lunes, 23 de septiembre de 2013

Ballet Nacional de Cuba. Coppélia. Canal.

No soy ni de lejos un experto en danza. Vamos, que más bien no tengo ni pajolera. Solo sé lo que me gusta y lo que no. Evidentemente hablar de este montaje es como hablar de una leyenda. Y la leyenda viva, Alicia Alonso estaba allí, en el patio de butacas, atendiendo a cualquiera que se le acercaba. Eso es una gran dama y un mito viviente. Y el montaje... en fin... música de Delibes, coreografía de la propia Alonso sobre una idea de Petipa... ¿alguien da más? Hablar de la calidad de este montaje sería como criticar la Tosca de la Callas en Covent Garden o plantear si el Requiem de Verdi mola o no mola.
Público entreagadísimo y generoso. Pero generoso porque había muchísima calidad, claro. Así que tenía que ser una noche mágica sí o sí. Y lo fue.
Sadaise Arencibia hizo una Swanilda dulce, traviesa y pa comértela. Bailó de maravilla. Aunque hubo un momento en el que rozó el drama. En pleno torrente de giros, la pobre perdió el eje y empezó a inclinarse. Se mascaba la tragedia. Pero su compi, Arián Molina pero un saltito y la cogió cuando apenas quedaban dos centímetros para que la pobre perdiera todo el glamour. Maravillosa.





Arián Molina es un prodigio. Hizo de todo y todo lo hizo de maravilla. Salta, gira, corre, sonríe, hace de todo y todo de una forma absolutamente mágica. Brutal.
Y ya lo siento, pero poco más que añadir. Que es un gusto ver a esta gente bailar. Aunque las amigas de Swanilda fueran algo más irregulares. Pero es una pasada ver bailar tan bien, de una forma tan grupal, tan seria y tan encantadoramente dulce y maravillosa. La esencia de la danza clásica. Y el viernes que viene... "El lago de los cisnes", ahí es ná.  

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