domingo, 15 de septiembre de 2013

Fuenteovejuna. Ensayo desde la violencia. Sala Mirador.

Nos cuentan que ha habido algún cambio y que la función ya no es en el patio, por cuestiones climatológicas. Será en la sala. Las sillas están colocadas en círculo alrededor del "escenario" y decidimos ponernos de frente a la grada, o sea, de espaldas a los actores. No sería problema, puesto que ellos actúan en todas direcciones salvo porque desde esa zona, no se oye nada. Las voces, cuando nos dan la espalda y hablan hacia la grada, reverberan de tal forma que no se entiende lo que dicen. Una lástima, porque el monólogo final de Laurencia se pierde totalmente.
Aún así el espectáculo es totalmente recomendable. La propuesta escénica es original, consecuente, agresiva y completamente acertada. Ya casi desde el principio se transmite una agresividad que está luego tanto en el texto como en la acción, ese "prólogo de lo que ustedes han hecho" brutal y que ya te pone un poco como culpable de los desmanes de la sociedad. No tanto por acción como por omisión. Y te la envainas porque es verdad.
Los cambios de escena están trufados de textos en los que se alude a la sociedad más actual pero igual de injusta, cruel y dolorosa que la de la época. Ingenioso medio para acercar aún más la acción al día de hoy. Brillante. Vestuario bueno, con referencias ligeras a cosas más actuales, como el boxeo, o ese brazalete del Comendador, que casi parece el capitán de un equipo de fútbol o el líder de un grupo fascista.



Y unos actores fabulosos. César Barló, director de la función hace un Comendador bruto y brutal. Podría ser incluso el director de un banco o un político cruel de esos que tanto abundan. El Frondoso de Sergio Torres es alegre, enamorado, juguetón y vengativo, siempre en su justa medida. Y se lleva uno de los momentos más preciosos de la función, cuando él mismo se convierte en la ballesta que amenaza al cruel déspota. Juan C. Arráez quizá sea el más flojo. Le tocan los papeles más ingratos y quizá esa compostura corporal, con los brazos colgando y esa frialdad con las que hablan no le ayuden mucho. Luna Paredes está para comérsela. Dulce, salvaje, lista, seductora, pequeñita, doliente y sufridora. Sufre un auténtico tobogán de emociones y en todas está en el punto justo. Grandísima actriz. Y luego está Iria Márquez. Le han tocado los papeles más ingratos de la función pero los eleva a un punto de maestría apabullante. Quizá sea la que más redonda está en todo lo que hace. Un auténtico ejercicio de versatilidad y calidad. Maravillosa y terrorífica en sus miradas al público.
Espectáculo duro, cruel, con una propuesta compacta muy inteligente y coherente. Enlaza Lope con la crisis actual de forma inteligente y cuenta con unos actores fabulosos. Un gran espectáculo para abrir la nueva andadura de la Mirador, que promete ser el centro teatral madrileño de este año. ¡¡¡Muchísima suerte!!!  

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