jueves, 10 de octubre de 2013

CENIZAS o Dame una razón para no desintegrarme. La casa de la portera.

Que soy un rendidísimo admirador de Alberto, de Chevi, de La casa de la portera y de San Pablo es cosa más que sabida. Y que Guillem Clua es de los dramaturgos más aclamados de los últimos tiempos es también algo evidente. Así que ir a ver un espectáculo con todos estos ingredientes juntos es casi casi tener el éxito asegurado. Pero claro, hay que hacerlo bien. Y que me perdonen los de "Ahora empiezan las vacaciones" pero ha sido la primera vez que me he puesto en pie para aplaudir en esta sala. Y si no lo hice en "Ahora..." fue más por vergüenza por tenerlos tan cerca que por otra cosa, jeje.



Mi amigo Jorge Calvo me dio una clave a la salida y con su permiso la voy a utilizar. La danza y los bailarines son, dentro del mundo de las artes escénicas, de los más generosos y sacrificados. Hay pocos locales de ensayo. No hay una jodía sala pública que más o menos programe habitualmente espectáculos de danza, etc... Son quizá, más que nadie, gente que trabaja por amor al arte y a lo que hacen. Chevi baila donde sea y como sea. Ha nacido para bailar y ama bailar. Alberto es una bestia escénica que hace lo que le pongas por delante. Y San Pablo Messiez está por encima de los seres humanos. Vive en una dimensión en la que es capaz de hacer poesía de un cepillo de dientes. O de un tenedor. Vive, busca y saca poesía más allá de las palabras y en una simple foto de Instagram hace una declaración de principios o te hace una oda a la tortilla de patatas en un nivel de trascendencia más allá de los significados. Tiene que ser incluso agotador vivir en ese plano en el que todo se vive por encima de la realidad y de la trascendencia.
Así que tenemos las piezas perfectas para hacer algo demoledor, rompedor, estremecedor y brutal .
Chevi y Alberto bailan, danzan a pocos centímetros de tus morros. Y lo hacen de puta madre. A pesar de que parezca casi imposible por las dimensiones del sitio, hacen un espectáculo de danza total. Lo que hicieron en microteatro ya era un reto, pero esto es acojonante. Bailan que te mueres, saltan, giran, brincan, estiran la pata, TODO lo que le puedas pedir a un espectáculo de danza. Y lo hacen envueltos en unas luces y unas proyecciones expresivas y dramáticamente geniales. La banda sonora es también genial y ayuda a crear el ambiente perfecto para que estos dos seres vivan, luchen, se amen y se odien. De los textos de San Pablo Messiez y Guillem Clua poco más puedo añadir. Alguien que es capaz de comparar a dios con un tenedor y que no te de la risa sino que te estruje el corazón, es que es un ser con un don más allá de la realidad. Y la belleza de las imágenes también vuela por encima de la estratosfera. Alberto es esposa, madre, amante, la señora Danvers, un ser minúsculo, un ser poderoso, mil cosas que cambian con un leve gesto. Chevi es bebé, esposo, amante, siempre con una mirada que un servidor no era capaz de sostener sin que se me cayeran las lágrimas.



Estremecedor y bello a unos niveles salvajes. Desde luego, que los de "La casa de la portera" son unos visionarios y han vuelto a acertar con una espectáculo que no sólo es de danza, sino que es la danza de la vida en las habitaciones de una portería. Yo maldigo al que se lo pierda. Va a estar el resto de su vida arrepintiéndose de no haber ido a que le retuerzan las gallinejas y los entresijos este racimo de gente sobrehumana. Un diez.    

1 comentario:

  1. Con tu descripcion me han dando unas enorme ganas de verlos bailar, hasta me senti a unos pocos centimetros de los balarines y pude sentir su alma en movimiento a medida que danzaban. Es una lastima estar tan lejos y perderme algo tan hermoso con la sencillez del que lo entrega todo por amor al arte....
    gracias por tu relato para esta mortal que se encuentra tan lejos...

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