domingo, 13 de octubre de 2013

Master Class. Canal




Yo soy un enfermo de la Callas. Uno de los primeros discos que recuerdo haber oído en casa fue un EP de aquellos de la Callas y sus cortes eran arias de Mimí, Butterfly, Dalila y Lauretta. Así que, chungo. Por muy buena que sea la pobre actriz que haga de la Callas, no va a ser ella. Y ya lo siento, porque la actriz, conmigo, sale desde una posición negativa.
 El texto a mí no me gusta nada. O casi nada. Cualquiera que conozca las grabaciones de las clases reales que dio la Callas, sabrá que ni era tan antipática, ni tan maleducada, ni tan grosera ni petarda. Así que bueno, el punto de partida ya no me mola. Se han inventado otro personaje, con lo cual, la parte "sentida" o "personal" tampoco me vale. Porque por esa misma regla de tres, tampoco será cierta. Como profesora, una perraka. Pero como mujer, parece que el reconocimiento de sus compañeros como que se la pelaba, y el drama queda reducido más o menos a que estaba gorda y era fea y quería estar delgada y ser mona. ¡Tócate la minga, Dominga! Lo único que salvo de esa parte "humana" es el primer monólogo cuando cuenta lo que para ella (o para esta "ella" inventada) significa cantar. Y suena la voz de María cantando "La sonnambula". Pero claro, es que yo oigo a María y me corro vivo y oigo "La sonnambula" y me meo, me cago, muero y resucito. Así que tampoco sé si el valor está en lo que veo y cómo lo veo o en lo que oigo.
Es una osadía para cualquiera intentar emular el genio absoluto, el glamour y la personalidad de alguien como la Callas. En un solo gesto, en un solo movimiento de una mano hay más clase que la que pueda tener cualquiera. Me refiero a encima de una escenario o incluso en una clase. Hay mil grabaciones y  novecientos vídeos que lo demuestran. Así que el intento de cualquier actriz por emular esa magia es chungo. Está claro que ninguno esperamos que la actriz cante y de hecho lo repite varias veces, "no voy a cantar". Ese no es el problema. Tampoco lo es el acento. No, no es eso. Yo daba por hecho que no iba a ver a alguien "haciendo de Callas" sino a alguien interpretando una personalidad o una imagen. Pero es que en este espectáculo, hasta el texto es víctima del poder del mito.
Con ese texto que a mí me parece muy, muy pobre y una puesta en escena normal, aparece Norma Aleandro. No quiero ser maleducado, pero la Callas tenía unos 50 años cuando dio esas clases y Norma Aleandro tiene 70 y pico. Ya se que da igual, pero no es lo mismo. No es lo mismo ver a una mujer de 50, que ha perdido por amor lo que más quería, su capacidad de cantar, que ver a una señora de 70 y pico en esas circunstancias. Para una eso es un drama, para la otra, es casi lógico.
Y quizá por lo simplista del texto y del conflicto, lo que vemos se me hace antipático. Veo a una mujer maleducada y borde que se pasa tres pueblos con todo y con todos, con ataques de nostalgia como de hada loca y expresiones cercanas al kabuki. Cuando está sequita está insoportable y cuando de pronto recuerda lago con nostalgia, es como una abuela dulce y melancólica. Para mi gusto, no corresponde con una mujer de 50 años derrotada. Que quede claro que Norma Aleandro me vuelve loco, es una maestra, y la adoro y todo lo que hace es maravilloso y encantador. Pero no es lo que yo veo de este personaje. Así que emocionalmente fui de mas a menos. Y reconozco que en su último "monólogo añorante" veía más a una actriz haciendo que sufre (muy bien hecho, eso sí) que realmente a una actriz poseída por su personaje o a un personaje sufriendo. Creo que me explico. La Callas era un mito y yo lo que veía era a una gran dama del teatro haciendo de gran dama del teatro más que de mito.
En resumen, no me moló ver a un pedazo de mito como Norma Aleandro haciendo este espectáculo. Tanto el texto como la puesta en escena como cualquier actriz que interprete a Callas tiene que luchar contra el mito y la personalidad de ese ser estelar que fue María. No aparece ni una sola imagen suya, y tampoco intentan disfrazar a la actriz para que parezca ella, pero una sola nota suya trae a la sala su presencia y una personalidad tan arrolladora que pasa como una apisonadora por encima de la actriz, del texto, del montaje y de cualquier cosa. Yo lloré oyendola, pero no lloré viendo lo que veía.
Mi más grandioso respeto y admiración por Norma Aleandro, pero Callas es mucha Callas. Quizá sea su venganza, pero incluso ahora mismo es uno de los mayores mitos de la historia. Al menos para mí. Y ahora, para celebrarlo, me voy a poner cualquiera de sus McBeth, que me llevan a otra dimensión desde la primera a la última nota.

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