sábado, 25 de enero de 2014

Emilia. Canal.

Hay espectáculos que mucho antes de que se estrenen todo el mundo habla de ellos como de "uno de los éxitos del año". Claro, si conoces al autor, al director, si has leído sobre su estreno por otras tierras... vale, puede que intuyas que aquí igual pega el pelotazo también. Pero también hay un componente de idolatría (que yo comparto en muchos casos) que hace que estemos seguros de que lo siguiente que haga un ídolo nuestro vaya a ser cojonudo. A veces pasa, pero a veces no pasa. No todas las películas John Huston fueron obras maestras y no por eso es de los mejores directores de la historia del cine. 
Así que uno va a ver "Emilia" pensando que más vale que te guste, porque como no te guste te vas a a enfrentar a todos los seguidores de la función que te querrán comer vivo. Aunque... a decir verdad, en esta ocasión quitando un par de críticas buenísimas, el resto que he leído yo... han sido más bien frías. Eso para mi significa que no ha gustado demasiado pero que los que escriben prefieren no poner a parir nada y simplemente pasar un poco por encima. Me parece fabuloso, no hay por qué hace leña de árbol caído. Pero bueno, también las cosas son como son, y "Annie" era malísima y "Bajo el volcán" regulera y no pasa nada. 

A mí, está claro a a estas alturas, no me volvió loco. Y como es muy difícil escribir sin contar cosas importantes, aviso. Spoiler. No sigáis leyendo. 
Espacio escénico chulo, ese habitáculo enmarcado con mantas, los muebles colgando, ropa tirada... elementos como de mudanza rodeando a los actores. Luces sencillas pero que cumplen su cometido. Y en medio una familia hipercariñosa. Les dan ataques de amor súbito. Gritan lo mucho que se aman. Todo falso, claro, hay trampa. Y Emilia. Una señora que crió y quiso más a un hijo ajeno que al suyo propio. Aún así cuenta anécdotas crueles de cuando era pequeño y se descojona. Es mala. Pero es buena. Ella le dio su vida y él no le da ni un vaso de agua. Yo pronto vi o quise ver a un maltratador, a un loco que tiene sometida a su mujer y que abusa del hijo (esa carrera al grito de "eres un niño o eres un hombre" me dejó helado). Y ya no es que no me sorprendiera el giro final, sino que la forma de contarme toda la larga primera parte me dejó un poco frío. 
Me explico. Toda la parte inicial, hasta el "giro sorprendente" en la trama  me pareció un poco falta de ritmo. No digo de velocidad, sino de ritmo, de promediar, medir y darle a cada escena y a cada momento el ritmo preciso. Creo que tiene un buen ritmo general, pero no momento a momento. Y mi interés no terminó de germinar en ningún momento. 
Malena Alterio está magistral. Pero sus "idas" y su tardanza en reaccionar y en responder me gustaron la primera vez, pero a la cuarta ya no tanto. A eso me refería antes. El primer "vacío" vale que tenga un ritmo lentísimo, pero el segundo ya no lo necesita, y el quinto menos. Ya hemos comprendido lo que pasa, con lo cual, al no haber elemento sorpresa, la lentitud se convierte en tedio, porque ya sabes que ella va a tardar mucho en bajar de su nube. Ese ritmo irregular es el que creo que afecta a toda la primera parte.



Lo que sí que hay es un autentico recital por parte de todo el reparto. Alfonso Lara está perfecto. Malena Alterio también. Pa comértela. David Castillo me volvió loco. Es asombroso el control que tiene de todo, del espacio, del tono, de las emociones, de la medida, del magnetismo y de saber que las miradas se dirigen a él haga lo que haga. Daniel Grao tiene el papel más desagradecido y difícil y lo saca tan bien como sus compis. Además tiene el monólogo más preciosísimo de toda la función. Ese que empieza: "lo primero que se olvidan son las manos". Nunca he visto mejor definida la ausencia. Me estremeció. Y por supuesto, Gloria Muñoz que es... no sé. lo más. La naturalidad hecha actriz. Se merece desde luego todos los premios del mundo mundial y todas las alabanzas habidas y por haber. Aunque haya un momento en el que su personaje "desaparezca" de la historia.
Los brochazos que definen a cada personaje me encantan, la sordidez de la historia también, las relaciones enfermas entre todos también. Todo me gusta. Pero por algo, me quedo frío. Misterios de la magia del teatro.      

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