domingo, 2 de febrero de 2014

Julio César. Teatro Bellas Artes.

Pues qué quieres que te diga, el mayor mérito que le veo yo a Paco Azorín es conseguir hacer un Shakespeare con un repartazo de lujo y que sea aburrido. 
Que conste que el texto de Shakespeare me encanta, eso es cierto y que Tristán Ulloa y Sergio Peris-Mencheta me gustan mucho también. Pero ni con esas. Mu poquita pasión y mu poquita empatía me despertaron el otro día.



El vestuario es una mezcla de trajes de chaqueta con togas bastante feo. No es ni de lejos, el impacto cromático que suponía la propuesta de Lluís Pasqual en los 80 con sus trajes. Y los vídeos que se proyectan detrás no ayudan realmente a nada. Son chulos y están muy bien hechos y son muy monos, y todo eso pero aportan cero. Y si no aportan nada, fuera. 
Mario Gas sale, dice su texto, pega un par de gritos y muere. Yo pa mi que ni se despeina. Bueno, vale, a lo mejor tampoco tiene que hacer mucho más, pero claro... ni simpatizas con él ni le odias ni nada. No te da tiempo ni intensidad. Incluso el momento de la muerte está montado bastante soso.  Le matan y tú piensas: "pos bueno".
Tristán Ulloa pone toda la carne que puede y realmente está fabuloso, aunque quizá esté un poco cabizbajo todo el tiempo. Algo más de cambio no habría sobrado. Pero muy entregado y muy inteligente con su personaje. Como Peris-Mencheta. Aunque en ese afán de hacer "natural" todo, se pierde la fuerza de su gran monólogo. En realidad no hay picos en la función. Todo es bastante lineal y has cierto punto, soso. Siempre está como a punto de arrancar la emoción y no arranca, te deja frío.
José Luis Alcobendas está demasiado redicho. Pero bueno, correcto.
El resto del reparto, sinceramente, flojito. Muy vigorosos todos y muy saltarines y energéticos, pero... tirando a flojitos.
El juego ese de altavoces con el sonido del pueblo grabado... no funciona, queda cutrecillo y obliga a los actores a desgañitarse para nada. 
En fin que en estos tiempos que corren, montar un Shakespeare para hacerlo así de soso... pero bueno, tiene buen cartel, seguro que funciona (cosa de la que me alegraría, por supuesto) pero no creo que vaya a pasar a la historia del teatro español del siglo XXI.

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