jueves, 12 de junio de 2014

Novecento. La pequeña del Español.

Lo que está pasando ahora en el Español es como pa contarlo. En la sala grande, la de arriba, está el "Misántopo" de Miguel del Arco y abajo, en la pequeña, (no tiene nombre, creo, es "la pequeña del Español") está el señor Miguel Rellán con su monólogo "Novecento". Nivelazo nivelazo, ¿o no? 



Miguel Rellán es de esos actores que tenemos en España que pertenecen a la categoría de "entrañables". Si este es un país de grandísimos actores (valga como genérico, claro, hombres y mujeres) de donde han salido figuras gigantescas lo de los actores "secundarios" es ya una cosa mala. y aquí a nadie le ofende que le llamen "actor de reparto". Millones de nombres se vienen a la mente de cualquiera. Las listas son injustas y en este caso sería tan larga que me tiraría hasta marzo de 2017 escribiendo nombres de fantásticos actores "secundarios" españoles. Rellán es de ellos. Y querido, y admiradísimo. Siempre gusta, siempre es admirado y siempre está bien. Otro gigantesco compañero suyo, Manolo Zarzo es noticia estos días por el estreno de su última peli. Aprovecho para lanzar mi homenaje seguro que compartido por todos vosotros a estos actores que parece que nos han acompañado toda la vida. Rellán está en activo y fabuloso además. Creo que está en un momento glorioso de forma y de cercanía con el público. Sólo por disfrutar de una figura así de nuestra escena merece la pena ir a a pequeña del Español.
El texto es un cuento, una de esas historias entrañables que cualquier abuelo (bueno, cualquier abuelo no, los de las pelis sí) cuenta una noche a la luz de una hoguera. El monólogo es la historia de una amistad. La amistad entre el trompetista de la orquesta del transatlántico Virginia y el pianista de esa orquesta, un ser nacido y criado en el océano. El más grande pianista de la historia. Un texto entrañable, precioso, muy emotivo sobre esas amistades de película, mitológicas. Un texto muy mono al que sin embargo le sobran los últimos 15 minutos. Esos 15 minutos en los que el personaje se explica. Ya lo hemos entendido, o si no, que cada cual saque sus conclusiones, no hace falta que un personaje  así de "épico" se explique. 
No hay escenografía, no hay luces, no hay nada. Es Rellán hablando y nada más (y nada menos) que Rellán hablando. 
En resumen, que la historia en muy mona, muy emotiva, se disfruta con el maestro Rellán dando sentido a cada palabra y dándonos una lección de cómo transmitir con economía de gestos y de recursos una preciosa historia como esta de Dannny Boodman T. D. Lemon Novecento.

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