sábado, 19 de julio de 2014

Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar. FRINGE 2014. Jornada 10.

Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar.



Igual no tengo ni puta idea, pero ir a ver un trabajo de Vaca 35 es como ir a ver la esencia de las esencias llevado a su mayor esencia. Descargar de ramas y de verde la planta principal y dejarla en el tronco puro y duro, en el armazón emocional alrededor del cual se tejen los conflictos, las situaciones y los personajes. Siempre he pensado, y a riesgo de equivocarme, sigo pensando que lo que hace este grupo de experimentación es coger un texto y desbrozarlo dejándolo en su esencia pura, casi en palabras que lo definan y a partir de ahí, montar. Desde su esencia. Lo hicieron con Genet, luego con Kundera y ahora con el patrón del teatro (con permiso de William), San Chéjov.
También es verdad que "Lo único que necesita..." era en sí misma una liturgia, una ceremonia independiente con una estructura más teatral que sus otros trabajos y "Casualmente" un ejercicio de minimalismo y depuración como de joyería de alta gama. Quizá "Ese recuerdo..." sea menos teatral, puede que al final, tenga menos recorrido y sea algo más "anecdótico" pero le proceso y la depuración es igual de meticulosa y el trabajo igual de esencial. Lo malo es que nosotros como espectadores, parece que necesitamos cada vez más intensidad. Si hoy vemos una peli en la que matan a ocho y nos mola, mañana queremos ver otra en la que maten a doce, y pasado una en la que maten a cuarenta. Y yo creo que por eso la gente con la que hablé a la salida estaba un poco como tibia. A mí sin embargo me cautivaron ya desde el planteamiento.
No creo que me cargue nada por contar lo que voy a contar, pero por si acaso... SPOILER, no sigáis leyendo si queréis que TODO os sorprenda. De todas formas, creo que lo de menos es saber qué pasa. No hay efecto "sorpresa" en esta ocasión. 



Un grupo de actores se juntan para ensayar "Tres hermanas". Y al igual que en las piezas de Chéjov, empieza a salir mierda a las primeras de cambio. Y los personajes se rebozan en sus mierdas, se las recriminan, se las esparcen y se las untan unos a otros. Y como los personajes de Chéjov, se quejan de lo que les pasa, pero no hacen nada por cambiarlo. ¿Nos vemos mañana otra vez? Claro, hasta mañana. ¿Y qué hay más teatral que un puñado de actores ensayando Chéjov y sacando sus mierdas? ¿Qué tal he estado? Bien, muy bien, todo muy bien. 

En definitiva, ese ser inteligente y esencial que es Damián Cervantes ha agarrado la esencia de Chéjov y lo ha soltado en medio de un puñado de actores. Chéjov multiplicado por dos. Y encima con esos actorazos descarados y arriesgados como Mari Carmen Ruiz, única y generosa, Diana divina Magallón, Gabriela Ambriz, cruel y mala persona, José Rafael Flores, un portento de la versatilidad, y Héctor Hugo de la Peña el pólvora mortal. 




Hay muchas formas de enfrentarse a un texto. Muchas formas de entenderlo , de comunicarlo y de emocionar o de transmitir. No las hay mejores ni peores, sólo coherentes o erradas y difusas. La forma que eligen Vaca 35 es buscar, atrapar y trasladar la esencia. Y a mí me pone.

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