domingo, 26 de abril de 2015

La Traviata. Teatro Real.

Ir a ver una Traviata al Real con Leo Nucci en el cartel es ya una suerte y una gozada antes incluso de entrar. Razón suficiente para perder el culo por ir al Real sin dudarlo.
Esta producción lleva rulando por ahí un par de años y por ahora está gustando. A ver, es bastante clásica. Vestidos largos, sillas Luis XV, telones... pero como cualquier opción estética, lo importante es la coherencia y esta versión es absolutamente coherente, consecuente y definitiva.



Escenografía en tonos blancos y negros. En el primer acto, únicamente la flor roja que lleva Violeta en la espetera. Luces invisibles y dramáticamente poderosas, como debe ser.Cortinones y terciopelos muy en la línea Viscontiniana. El truco de los forillos y los cortinones la verdad es que le da un toque como de cuento, de falsedad, de reconstrucción muy acertado. Arranca la obertura con un escenario a medio desmontar, Alfredo vaga entre hojas secas y poco a poco se va a recordar la historia de amor pasada, la que todos sabemos que YA ha terminado. Como las hojas secas del escenario. De ahí viajamos al pasado para recordar esa historia finalizada, muerta. Así que, estéticamente la opción de David McVicar es coherente, preciosa y muy adecuada y consecuente. Hace unos años vi la famosa versión de Willy Decker y evidentemente no tiene nada que ver con esta, mucho más clásica. Las dos son válidas porque están bien hechas. De eso se trata, de que hagas lo que hagas sea coherente y de calidad. Y esta versión clásica es preciosa, moñas y muy mona de ver. Todos va acompañado por esas buenísimas luces y por un vestuario fantástico, con unos colores que van del blanco al negro salpicado de algún detallín dramáticamente muy bien situado. Violeta, por ejemplo viaja del vestido negro del primer acto al desnudo y al blanco del segundo y al vestido rojo de la segunda escena del acto segundo y de ahí al blanco roto del tercer acto. 
En este viaje hacia la muerte la batuta de Renato Palumbo, sin embargo, hizo todo lo posible por cargarse cualquier atisbo de profundidad psicológica. Llevó a la orquesta a toda máquina, sin dejar que ni la música ni ninguno de los cantantes pudieran profundizar en sus creaciones. Todo iba tan deprisa que no se podía recrear nadie en su partitura ni por supuesto, darle una carga psicológica a su personaje. Todo se reducía a la habilidad de cada uno para lidiar con eso. Evidentemente ganó Leo Nucci que frenó a Palumbo y consiguió cantar su "Pura siccome un angelo" como quiso y el "Di Provenza il mar..."  a la velocidad que él marcó. La que él quería para cantar como él quiere y sabe y la que bastó para que el teatro reventara a aplaudir al barítono italiano. Únicamente en el tercer acto Palumbo concedió su sitio a la expresividad y nos regaló media horita de belleza pura.



El coro y los personajes secundarios estuvieron muy bien, sobre todo Marta Ubieta que creó una Annina deliciosa. Teodor Ilincai tenía gripe. No le había escuchado nunca en directo. De voz estuvo justito y de presencia, sombrón y soso. Es de esos tenores que se quedan sin rodillas cuando cantan y parece que lleven un palo que les impide doblar las rodillas y tener una movilidad natural.   
Leo Nucci hizo una creación inconmensurable. Vocalmente está perfecto y aunque quizá el papel no sea su rol más apropiado, él se lo lleva a un sitio fantástico y desde ahí canta y mira como le da la gana. Espeluznante en cada nota. Un maestro, el puto amo. 



Venera Gimadieva estuvo sencillamente perfecta. Vocalmente diría que todas y cada una de las notas que cantó fueron perfectas. Nos regaló todos y cada uno de los agudos que los egoístas queremos oír, jeje. El "Addio del passato" fue histórico, creo que nunca he oído algo cantado con tanta pasión, delicadeza, sutileza, matiz y drama. Aparte del de la Callas (ella siempre estará por encima del resto de la humanidad) no imagino un "addio del passato" más emocionante. Igual que dije en su día que el "Un bel di vedremo" de mi Carmen Solís no podía estar mejor cantado y que era lea mejor versión de la historia de la música, el "addio del passato" me arrebató el corazón, me lo estrujó y me arrancó unos lagrimones como mandarinas. 
Dramáticamente es una grandísima actriz. Si la ves en escena, está actuando como si fuera una obra de teatro, con una intensidad y frescura acojonantes y encima cantando. Actoralmente estuvo magistral. El único momento bizarro de la noche fue cuando aparece Alfredo en el lecho de muerte y sin mirarse, se abrazan de cara al público y ni se miran. En fin... 

Noche preciosísima, con un Leo Nucci magistral y una Venera Gimadieva pa comértela, inmejorable. Una puesta en escena clásica y muy bonita de ver y de gozar y una batuta atacada y acelerada.      

viernes, 24 de abril de 2015

Dignidad. Canal, sala negra.

Con este comentario, me temo que voy a hacer muchos amigos, pero es lo que hay. Ya me gustaría a mí disfrutar siempre que voy al teatro, pero no siempre es así. Lamentablemente, todas las ganazas que tenía de disfrutar de otro texto de Ignasi Vidal, después de haber gozado como un perraco en "El plan" se diluyeron a los pocos minutos. Un pena, lo digo en serio. 



El espacio es interesante, una especie de ring, de cuadrilátero incluso son ese gancho en la esquina a modo de perchero. Espacio bien iluminado, con ese elemento vertical donde se proyecta la entrevista que abre la función. Vale, bien. Por cierto, espacio bien iluminado por Sergio Gracia. Pero ese espacio queda desaprovechado cuando Ignasi Vidal se va hacia una esquina y se tira casi toda la función allí, en un sitio inaudito, puesto que teóricamente está frente a una pared. Pero bueno, Daniel Muriel está durante bastante rato sin moverse de su silla. Y así, entre el estatismo de uno y la posición peculiar del otro, el espacio acaba siendo una excusa más que una ayuda. 
La dirección de Juan José Afonso es vacilante. Con este director yo tengo una peculiar historia de encuentro/desencuentro periódica. Y en esta toca ya no un desencuentro pero sí una tibieza que no me engancha. Claro que el texto tampoco deja margen para hacer mucho más. 
El texto de Vidal es, para mi gusto, pobre. La relación entre estos dos personajes es básica. Vidal es malísimo y Muriel parece sacado de "La casa de la pradera". Si un personaje es planamente malo y el otro es llanamente bueno, sin dobleces, sin rugosidades ni vueltas, al final todo se reduce a ver cómo va a pagar el malo sus maldades. El único toque maluno de Muriel es la "solución" que se le ocurre al mogollón. Pero vamos ,que como personaje hace mucho que dejó de interesar. Al igual que el de Vidal, que de puro malo te da igual lo que le pase. Quiero decir que le asignas enseguida la cara de cualquiera de estos politicuchos delincuentes que se han dedicado a esquilmar su latifundio y claro, simpatía cero. En todo caso asco. Asco porque extrapolas. Pero ya está. Un personaje te repugna, el otro te da igual, el conflicto es normalito, así que... ni fú ni fá. 



Tampoco ayuda este texto a ninguno de los dos actores. Aparte de que parece que en vez de un güisqui carísimo estén bebiendo mosto, porque se soplan la botella entera y siguen igual que al principio. Los dos están sosos, como fuera de tono, sin energía, especialmente Vidal. Y personalmente creo que hasta el estar sin energía deber ser una forma de energía. La presencia escénica, el peso en el espacio, el espacio que ocupa tu cuerpo y el que mueve tiene que estar lleno. Incluso puede estar lleno de falta de energía, pero esa es también una forma de energía. La ausencia de tensión corporal es la trampa. Y esa trampa lleva al vacío. 
En definitiva, un espectáculo soso, con muy poco interés, con un texto que ni engancha ni tiene demasiado interés. Y dos actores más perdidos y vagando que otra cosa. Y que conste que esto no tiene que ver con la calidad de ninguno de los implicados, ni de Vidal, ni de Muriel ni de Afonso, es simplemente que el texto no da pa más.          

Hamlet. Shakespeare's Globe. Teatros del Canal

La Shakespeare's Globe es la compañía que tiene su sede en el reconstruido teatro Globe, en Londres. En aquel teatro actuó la compañía de Shakespeare, la "Lord Chaberlain's men" y estrenaron varias de sus obras más conocidas. Ahora celebran el 450 aniversario del nacimiento de Shakespeare organizando una gira mundial. Y mira tú por dónde, justo el 23 de abril les ha pillado aquí, en Madrid. Bueno, es que lo de que el 23 sea el día del libro no es por San Jorge, el pobre, sino por ser el día del cumple de Shakespeare. Pues eso, que les ha pillao aquí, mira tú. 



  
La Shakespeare's Globe no es la Royal Shakespeare Company. Esto, que parece de perogrullo, no es ni bueno ni malo. Es.
En esta ocasión, la gira la hacen los de la Globe. Y llevan por todo el mundo una versión de "Hamlet" didáctica y sencilla. Perfecta para que los coles hagan sus campañas escolares, los críos se acerquen a la obra del mayor autor de la historia y se conozca un poco lo que es "Hamlet" así, en general y por encima.
Cuenta la leyenda que en las escuelas de teatro inglesas, una de las disciplinas es plantarse en medio del escenario y repetir y repetir el texto hasta que seas capaz de interpretar todos y cada uno de los matices del texto sin hacer ni un sólo movimiento. Ni uno. Quizá de ahí venga eso de que los actores ingleses "dicen" el texto de una forma especial y suenan tan bien, con ese lenguaje tan bonito, elegante y cuidado. Y eso es lo que tenemos en este "Hamlet", una buena declamación del texto, recitado de una forma automatizada e impersonal, con todo el matiz puesto en la declamación y dejando que las voces expresen y hagan todo el trabajo. No quiere esto decir que el trabajo vocal sea fantástico. Es muy bueno, indudablemente; todo suena bien, está muy bien dicho e incluso transitan unos cuantos sentimientos. Aunque hasta eso se queda corto. Pero si algún mérito hay que destacar quizá sea ese; que "escuchada", la función resulta interesante, es una buena radionovela. Pero escénicamente es básica, aburrida, artificial, antigua y mecánica.




La puesta en escena me resulta estéticamente anticuada y sin ningún brillo por ningún lado. Está pensada para ser representada en cualquier espacio, incluso al aire libre, así que las luces, por ejemplo son inexistentes. Escenografía básica y simple que cumple su función pero que no aporta nada salvo quizá un tono como de comedia representada en un carromato. No se le puede poner pega, pero tampoco alabarla. Al menos para mí no tiene valor ninguno. Yo veo un montaje que te lo llevas a todas partes en una furgoneta. Ese será el objetivo, no lo dudo, pero como yo soy así, me esperaba más. Problema mío, ellos van a darse la vuelta al mundo y querrán poder llevar este montaje a cualquier rincón, cosa que me parece estupenda. Aunque la puesta es escena me haya parecido anticuada, inexistente y vacía, no la voy a criticar, porque igual su único objetivo es poder "mover" cómodamente el espectáculo. Eso sí, lo que no me mola nada es cómo está planteado. Ya he dicho que la función puede ser perfecta para una campaña escolar, porque en definitiva lo que ves es eso, a unos actores que salen, dicen el texto prácticamente del tirón, sin cambios, sin transiciones, sin evolución, sin profundidad. No digo que tenga que ser plúmbeo ni metafísico todo, ni trascendental, pero de ahí a que el "ser o no ser" lo digas igual que "madre, has ofendido mucho a mi padre" o el "métete en un convento" hay un trecho. Nosotros vimos a Naeem Hayat haciendo de Hamlet y sinceramente, está todo el rato con cara de susto, los ojos desorbitados, dando pasitos para atrás y retorciéndose los dedos. Poco más. El resto del reparto está en esa línea funcional, efectiva y vacía de alma. Personalmente yo necesito que aparte de técnica, de una estructura clara, de una coreo limpia, y de una seriedad en la propuesta (por muy disparatada que sea, hablo de coherencia) que haya algo que indique una cierta implicación. Y si es emocional, mejor. Incluso la frialdad deber ser elegida, la falta de emotividad, producto de una decisión. Si no hay alma, ni emoción ni implicación, yo me quedo frío. Y ver cómo un personaje llega al famoso "ser o no ser", colmo de la duda existencial que incluso en pleno siglo XXI sigue atormentándonos, sin venir de ningún sitio ni yendo a ningún otro...me aparta, provoca que me la pele lo que le pase. 




Los mejores momentos, sin duda fueron la locura de Ofelia, sobre todo porque es tan bonito y tan incongruente ese texto y ese momento del personaje que a nada que lo hagas pelín lírico y desparramao, funciona. A pesar incluso de que hasta ese momento la actriz era bastante sosa. (Fíjate, a mis años y no consigo comprender qué impulsa a esta chica a hacer nada de lo que hace, ni a terminar de esa forma). El otro momento es el regreso de Laertes y su ataque de ira al saber lo que ha ocurrido en su ausencia. Son las dos únicas escenas en las que había algo de vida más allá de la dicción.
En resumen, fiasco sobre todo y supongo que principalmente por depositar unas esperanzas creadas por mí mismo en un espectáculo que seguramente no tenga por qué ser más de lo que es. Una buena radionovela con una puesta en escena fría, funcional, correctita y anticuada.
 Eso sí, han vendido todo, ha habido unas ganas locas de verlo, empezando por mí, y como si de un espectáculo de eso llamado "Festival de otoño a primavera" se tratase, estábamos todos enlobaos por ver este espectáculo. Y fijo que triunfan en su gira. Bien por ellos. El resto, efectivamente, es silencio.   

domingo, 19 de abril de 2015

XXI aniversario de la escuela de circo Carampa. Price.




En 1994 se creó la escuela de circo Carampa casi como continuación de la labor de la Asociación de Malabaristas, cuna de cientos y cientos de artistas que salieron de los descampados de la Casa de Campo. La A.M. fue el caldo de cultivo necesario para que en este país se pudiera desarrollar eso tan complicado como es el circo. Porque en pleno siglo XXI, seguimos pensando en el circo como payasos, animales enjaulados, Teresa Rabal o el circo mundial que aparca en Legazpi cada navidad. Y como mucho, como mucho, en un alarde de "modernidad", el Circo del Sol. Como si ahí empezara y acabara el mundo. Y el circo moderno, el llamado circo moderno, como posición al circo "tradicional", el de Legazpi, es un arte escénica brillante, evolucionada y evolucionando a una velocidad superior a cualquier otra. No se concibe un circo hoy en día sin un planteamiento teatral, dramatizado, con algo más que una simple sucesión de números por muy complicados que estos sean. El circo como especialidad dentro del teatro o de la danza  es una realidad desde hace muchísimo tiempo en Europa o en América (Canadá por ejemplo es un escuela puntera en circo). Aquí va sucediendo poco a poco, pero va sucediendo. Está en marcha y de hecho, los pocos y mal promocionados espectáculos de circo del Price funcionan que te cagas. Cataluña nos lleva la delantera al resto en respeto, valoración y sofisticación de la mezcla escénica. Recuerdo por ejemplo, uno de los espectáculos más fascinantes que he visto en la vida, "Cru" de la compañía Fet a Má, que era pura poesía, acrobacia y emoción, mezclando impunemente danza, teatro y circo. 



De esta labor se encarga, de forma única y puntera, la escuela de circo Carampa. Y ayer celebraron o celebramos su 21 aniversario.  Pioneros en esta lucha por la formación y desarrollo del circo llevan ya 21 años luchando contra vientos, mareas, políticos incultos, IVAS, ausencia de ayudas, recortes, dejación, silencio, incomprensión y abandono. Donald B. Lehn y Javier Jiménez son los máximos responsables junto con un equipazo que han conseguido no sólo el premio nacional de circo sino mantener una cantera de profesionales que van trabajando por todo le mundo. Gracias a Donald, a Javi y a todo le equipo de Carampa, el circo sigue vivo en España. Y el circo es magia, es cultura, es superación, es belleza, es progreso, es libertad y es un sonrisa.



En el espectáculo de ayer pudimos gozar de grandísimos trabajos, como Celso Pereira y Francesca Lissia, de la Compañía EIA con un número bellísimo de mano/mano. José Luis Redondo, maestro de los equilibrios y de la bici acrobática hizo que nos descojonáramos como se descojonaba él mismo y que fuera el amo de la noche. Genial, asombroso y con un dominio de la escena brutal. Alexander Weibel prodigioso en la cuerda floja.



Lorenzo Mastropietro  se cameló al personal con sus malabares con sombreros y nos convirtió en sus amigo así, al momento. El Cirque Belui nos flipó a todos con sus números, ejemplo perfecto de que el circo es un todo, una multidisciplina que abarca mil elementos. Geniales. Ilia Miña en el trapecio, Anastasia Karampournioti en la cuerda swing, Celline Bulteau en el cable o las fantásticas maestras de ceremonias, Virginia Librado, Irene de Paz y Roxi Katcheroff, fantásticas payasas con un poderío en el escenario, un desparpajo y una guasa en el cuerpo que no se puede aguantar.



En definitiva, un espectáculo emotivo, prodigioso, con unos artistas internacionalmente reconocidos y fantásticos, todos ellos nacidos bajo la carpa de Carampa. 

Un homenaje histórico que...aunque  debería haber partido de las instituciones, hizo gozar a todo el público reunido ayer en el Price. Amigos, ajenos, público curioso o entendido, todos lo pasamos en grande disfrutando del trabajazo de esos artistas que nacieron y se criaron a los pechos de Carampa. Y gracias por dejarme poner mi granito de arena. Desde aquí mi agradecimiento, mi admiración infinita y mi reconocimiento como maestros de la contrariedad. Larga vida a Carampa y larga vida la circo.  Porque el circo es libertad, y sin circo, moriríamos.



Carmen. Compañía Nacional de danza. Teatro de la Zarzuela.




Una Carmen, que no puede ser más española, con música de un francés y un ruso, coreografía de un sueco e interpretada por una islandesa y un belga. Con dos cojones. ¿Y qué acaba saliendo de esa ensalada pluricultural? Pues un pedazo de espectáculo lleno de pasión, de rojo, de amor, de deseo, de celos, de venganza, de crueldad, de magia, de belleza, de filigrana, de sexo y de Carmen. Una Carmen de hoy, contemporánea, inmortal, retadora, cínica, descarada, provocadora, fatal, atemporal y mala con avaricia. Pero, a fin de cuentas... ¿no escribió la novela y francés y la ópera otro francés? Ahí debería acabar nuestro orgullo patrio.  




Encargar una coreografía sobre algo tan "español" como "Carmen" a un coreógrafo sueco puede parecer una temeridad. Creemos que nadie va a entender mejor a Carmen que un español. ¡Ole! Pues no, majo. A ver, la inteligencia, la sensibilidad y la capacidad son virtudes que no entienden de fronteras ni de países ni de tópicos. Y la coreo que ha creado Johan Inger es una pura obra maestra. Esta coreo va a pasar a la historia y se va a representar durante muuuchos años. La primera parte es un homenaje al amor, al sexo, a la tentación, al juego de roles y al juego sexual. Jessica Lyall nos recibe convertida en inocencia, con esa sonrisa suya tan dulce, tan bella, tan limpia, tan de ninfa... y nos arrastra a un mundo de juego, de vaivenes, de dominación, de vacile, de pulso tanto de poder como sexual. Las escenas grupales vigorosas y enérgicas y los dúos y solos pasionales y calentorros. Las luces son luminosas, el espacio más abierto y despejado. Todo respira libertad y espacio, aire. Aire viciado pero aire. La tabacalera es una fábrica cualquiera, es metal y es atemporal. Son nueve bloques de tres elementos, cemento, espejos y láminas. El tres es el número  del que sobra. Ahí está el mal y el destino, en ese tres. Tres amantes, tres materiales, tres espacios, nueve módulos, tres colores. La segunda parte es un prodigio de tortura. El toque onírico es duro y tenebroso. Es realmente un pesadilla con todos sus componentes reconocibles en el fondo de la mente negra de cualquiera. Un rosario de negrura, de fatalismo, de muerte, de odio y de rabia. Incluso el espacio no es un paisaje sino que el paisaje es un estado de ánimo, es el interior del alma reconcomida. Una puta maravilla, vamos.




Afortunadamente he podido verlo dos días con dos elencos distintos. El primer día, Emilia Gisladöttir no puede ser más Carmen, no puede ser más pasión y no puede ser más sevillana. Pasión, rojo, deseo y muerte. Si tuviera que sacarle alguna falta... quizá hay veces en las que las manos van un poco muertas. Vale que la relajación es un estado de ánimo y la NO tensión una densidad corporal, pero... esas manos necesitan vida. Siempre. Daan Vervoort es un Don José sólido, prodigioso. Daan hace algo que a mí me flipa, y es que estando normal, quieto, parad, de pronto levanta la pata hasta el infinito o gira sobre sí mismo como si fuera lo más natural del mundo, como si el movimiento lógico fuera ese. Es como cuando Gene Kelly empezaba a bailar como si fuera lo lógico. Pues eso. Daan lleva la danza a un nivel de naturalidad virtuosa que a mí me hipnotiza. Y luego tienes a Isaac Montllor haciendo de Escamillo. Isaac tiene algo que yo creo que es lo que diferencia a los artistas de los artistas tocados por la mano de la musa. Tiene esa magia o ese matiz que consigue que simplemente en un ligero meneo de la cadera haya más poesía y más arte que en el esfuerzo de cualquier humano. Siguiendo con las comparaciones, es como un quiebro de la Callas. Un simple quiebro de su voz conseguía que la pieza completa fuera única. Isaac hace lo mismo. Un meneíllo de cadera consigue que Escamillo sea el protagonista del momento, el foco se va hacia él, la luz se le come, los astros se juntan en su cara, las musas y los musos le rodean y crean un campo magnético apabullante. Y el tío consigue, en los diez segundos que dura su momento de espaldas frente al círculo de espejos el momento más vibrante e inolvidable de la noche.




La única pena de este espectáculo es que se haya presentado tan pocos días. Es una maravilla tan asombrosa y preciosísima que debería estar en cartel meses y meses (pobres, no os quiero matar, es por egoísmo). 
Y que quede claro que una parte primordial de este éxito se la debemos todos a José Carlos Martínez, e ldirector de la CND y responsable del trabajo gigantesco que está haciendo esta compañía. De verdad, que todos y cada uno de nosotros deberíamos hacerle un besamanos para agradecerle lo que está haciendo por la cultura y por la danza en España. Bravo, bravo y bravo.
Mira, mira, mira... casi que lo dejo ya, porque me pongo malo. 

Esta tarde promete también una locura emocional. Isaac Montllor cambia y estrena el Don José, creo que Antonio de Rosa hará el Escamillo y Elisabet Biosca hará la Carmen. No digo más ná. Que mañana escribiré sobre ellos, aunque ya te avanzo que estoy... has nervioso.  ¡¡Imagínate!!        



Vengo de ver al elenco nuevo y... fabulosos Antonio de Rosa y Elisabet Biosca. Lo de Isaac... a ver cómo lo explico... uno puede ser bueno, puede ser muy bueno, puede ser un genio o puede que lo que haga esté por encima de la realidad y del mundo terrenal. Incluso el de los más dotados. En la historia ha habido gente, seres superiores que han sido tocados por las musas y los dioses y hagan lo que hagan, siempre hacen algo superior al resto. Está en su forma de moverse, de girar, de estar, en su simple presencia, en su imán, en su carisma, en su poder de transmisión, en su electricidad, en su mirada, en el halo que desprenden. No sé dónde está ni en qué consiste, pero sé que es algo, un don que tienen sólo los elegidos. E Isaac lo tiene. No sé si es consciente o no, pero te digo yo que lo tiene. Su Don José es absoluta y sencillamente perfecto. Su fragilidad, su decadencia, su amor, su pasión, su culpa y su sacrificio están en cada músculo, esté o no se esté moviendo. AL menos yo recibo eso, así que si no es un elegido de los dioses, al menos para mí sí. Es el único. Es Isaac Montllor.


Por cierto, que no se me olvide. Las fotos maravillosas de esta función son de ese genio llamado Jesús Vallinas. Gracias por estrujar tan bien las esencias y regalarnos estas maravillas.      

domingo, 12 de abril de 2015

Enrique VIII y la cisma de Inglaterra. Teatro Pavón.

Que este sea un texto de juventud de Calderón es evidente. Vamos, que yo que soy muy de derribar mitos que lo son porque sí me permito decir que este texto es flojo. Por muy de Calderón que sea. "El bárbaro y la geisha" era una peli de John Huston pero mala paburrir. Y bueno... ya me jugué le cielo cuando dije que "El largo viaje del día hacia la noche" es una plasta aburrida y anticuada, así que... por decir ahora que este "Enrique VIII" de Calderón es flojuno tampoco pasa nada. 
Porque lo es. Y mira que la obra de Shakespeare tampoco es de tirar cohetes, pero... tiene desde luego un desarrollo mucho más completo y complejo. En este texto de Calderón se pasa por encima de las escenas y de los conflictos y se centra más en intentar ilustrar los conflictos internos a base de monólogos no todos acertados. Las escenas funcionan regu y los monólogos no tienen todos la misma fuerza. Hablo del texto sólo, no de la puesta en escena. Así el monólogo que le toca en suerte a Sergio Otegui se convierte en una losa que aplasta a este buen actor. 
Escenografía, luces, música... todo correcto. Ninguno de los elementos me enloquece pero tampoco se le puede poner tacha a ninguno de ellos. 



La dirección escénica de Ignacio García es correcta también. Discreta, sin un atisbo de autoría, sencillamente dejando que el texto hable por sí solo y que los actores lo pongan el pie. y claro, si el texto es lo que falla... como que es difícil que el espectáculo remonte más allá de la corrección. 
Como casi siempre Joaquín Notario está sublime. Tengo una debilidad especial por este monstruo escénico, que de haber nacido en Reino Unido, por ejemplo sería un héroe nacional. Uno si no el actor más dotado de su generación. Un maestro y un ejemplo. Pepa Pedroche tiene tablas paburrir y muchísimo arte. Saca adelante a su reina Catalina con la dignidad y el orgullo y honor necesarios. Maravillosa y como siempre, un valor seguro. 
Del resto sintiéndolo mucho sólo puedo destacar a Natalia Huarte, que compone una infanta María con poderío, solvencia y mucho empaque. Otro valor que nunca falla. Sergio Peris-Mencheta está bien pero sin estridencias. Creo personalmente que derrocha demasiada energía. Y pasarse es tan contraproducente como no llegar. Hay que encontrar el punto justo a las cosas. Me recuerda a un joven Javier Bardem , que siempre parecía estar por encima de sus personajes, haciendo más que ellos y con más energía de la necesaria. Pero Peris-Mencheta funciona bien. Quiero decir que puede de sobra con el personaje, lo saca adelante muy bien y con mucho poderío. La pena es que tanto trabajo sea para darle peso a una texto que flaquea por todas partes. El resto del reparto se debate entre el "pasaba por aquí", el "este papel no te va para nada" y el "no das pa más". 



En definitiva, un espectáculo a medio gas. Muy a medio gas, de los que no van a pasar a la historia de nada. Eso sí, Notario y Pepa Pedroche tan bien como suelen.      

Ojos de agua. Sala Margarita Xirgu.

Coño, ver a Charo López haciendo de La Celestina  tiene todo el morbo del mundo. Y allá que te fuimos. 
El espacio escénico ya es... curioso. Una serie de elementos que van a estar todos bien utilizados, aunque algo desaprovechados, como el telar. Por lo demás, escenografía correcta, bine utilizada, coherente y plásticamente.. bien. Luces también correctas. Quizá un poco cabareteras, marcando demasiado a base de cenitales. En cualquier caso... también correcto. Vestuario chulísimo de Tatiana de Sarabia, uno de los nombres más importantes hoy en día y para seguirle la pista, sin ninguna duda.   



Fran García arranca la función con un monólogo realmente desagradecido, afectado y poco atractivo. Luego, durante la función, va cantando y lo hace bien, aunque son las propias canciones las que resultan anticuadas, cursis, repetitivas y apolilladas. Pero Fran las defiende de maravilla. 
La dirección de Yayo Cáceres  no destaca por nada. El planteamiento ese de estar como en una especie de confesión entre monjas no funciona. Se intenta crear una complicidad con el espectador desde el segundo uno que resulta forzada y antinatural. eso sólo crea distancia y frialdad. Los intentos de complicidad no funcionan. Sólo el poderío y el magnetismo de Charo López rompen un poco ese bloqueo. No está claro ni el punto de vista, ni el lugar desde el que nos cuenta Yayo Cáceres esta función. y sin esa implicación, el resultado acaba siendo un ejercicio de complicidad basado en Charo López. El resto... no importa. 
La principal traba sin embargo no es una dirección fría o la simple corrección formal sino el propio texto. Llevamos unos años en los que hemos visto unos cuantos textos en los que se "reivindica" una figura de la literatura o de la tradición y se le hace una especie de "juicio" moderno. Menos "Juicio a una zorra", no recuerdo ningún otro que para mi gusto funcionara. Aquí Álvaro Tato ha escrito un texto en el que para mi gusto, ni reivindica la figura de la Celestina ni nada. Simplemente nos cuenta un par de momentos de su vida, los adereza con un par de "picardías", tres figuras algo soeces y ya está. Celestina queda igual que estaba. Su imagen, su figura, lo que representa, lo que esconde, lo que manipula sigue siendo exactamente lo mismo. La visión que tenemos de ella es la misma que teníamos antes de ver la obra. Sólo que entre medias hemos oído un par de "desmayóse" o "rompiela". 



Charo López da todo lo que tiene. Su sola presencia es abrumadora. Además domina las tablas a su antojo. Va, viene, baila, grita, susurra, sufre, narra y vive todo lo que hay en el texto. Y le pone mucha más carne a todo de la que realmente hay. Sinceramente, si algo consigue cimentar la función y que no te aburras soberanamente es el poderío de esta bestia exageradamente bella y animal. Lástima que hay que disfrutar de una actriz así de salvaje con un texto tan normalito y una puesta en escena simplemente correcta. Eso sí, supongo que la gira la tienen garantizada. Oye, y merecida, porque alguien como Charo López se merece eso y más.            

domingo, 5 de abril de 2015

Matilde Conesa.

Doña Matilde Conesa es uno de esos seres que aparecen sobre la tierra cada muchísimos años. Un modelo de perfección profesional absoluta. 
Todo el que me lee sabe que cuando vi "El público", cambió mi percepción del teatro, de su finalidad y de su forma. Aunque yo ya hacía teatro, aquel momento marcó un "antes" y un "después". Bueno, pues en el mundo del cine, lo que marcó mi cambio fue escuchar a Matilde Conesa. 
No pienso ponerme ahora a defender el doblaje sobre todo porque me aburre repetir otra vez lo de que NO es un invento franquista, lo de aprender idiomas, etc... El que a estas alturas no sepa de historia, que lea. Yo sólo digo que soy cinéfilo gracias a Matilde.



Recuerdo perfectamente aquellos ciclos que había cuando yo era niño en el UHF, creo que eran los viernes. Ciclos de directores, o de grandes actores. Ahí pudimos ver miles y miles de películas de los grandes clásicos e incluso alguna rareza. Mi pasión por el cine comenzó ahí, viendo esas pelis de Wyler, Huston, Visconti, Truffaut, Kurosawa, Mankiewicz, Bette Davis, Fellini... Todas esas películas estaban maravillosamente dobladas. Y gracias a eso me convertí en un cinéfilo pasional y enfermizo. Años después, compaginé esta pasión televisiva con mis tardes en el cine Groucho, devorando V.O. Pero mi origen cinéfago se lo debo a las pelis de la 2. Y todas esas pelis estaban dobladísimas. Y yo flipaba porque sentía que podía "escuchar" la película y habría sido casi como verla. Esas voces eran terciopelo y esa forma de interpretar... fascinante. Esas voces me hacía volar, soñar y elevarme por encima de la realidad. Eran lo que hacía que eso llamado cine fuera cercano, accesible y embaucador. 



Siempre se ha dicho que en el doblaje de aquellos años primaba sobre todo la interpretación, más que las "voces chulas". No estoy de acuerdo, porque que me diga alguien si eran feas las voces de Celia, Félix, Simón, Claudio, Josefina, Lola, María, Angel Mari, Ana María, Irene, Teófilo...o Matilde. Además de haber un abanico mayor de tipos de voces (eso sí), eran todos ellos unos actores inmensos. Todos o casi todos se dedicaban a muchas especialidades. Hacían teatro, cine si salía y mucha, mucha radio. Eran unos actores descomunales. Ese era su "truco". Si tú ves ahora "La carta", "Elisabeth R.", "La loba", "La carroza de oro", "Las chicas de la cruz roja" o "Jezabel" podrás comprobar que cada gesto..., y digo bien; cada gesto, cada arqueo de cejas, cada quiebro en un labio o un estremecimiento en la espalda está reflejado en la voz. Todo es absolutamente exacto a como lo habían interpretado los actores originales. Y en todas esas pelis está Matilde. Vive Matilde. Late Matilde. Matilde era tan buena como todas ellas porque a todas ellas les dio vida. Compartió sus papeles con ellas. Lo que ellas hicieron en inglés, francés, italiano o alemán, ella lo hizo es castellano. Y logró que todos sus doblajes fueran TAN buenos como lo que todas esas estrellonas habían hecho. 



En una de las pelis más señaladas del cine español hay un cierto guiño a todo esto. En "Mujeres al borde..." la Maura está doblando en Exa, "Johnny Guitar". La famosa escena "miénteme, dime que me amas...". Bueno, pues esa peli, ese doblaje con Simón y Matilde fue lo que hizo que yo quisiera dedicarme al doblaje. Esas frases se convirtieron casi en una obsesión y de repente me hicieron descubrir que como actor, yo quería probar si era capaz de darlo absolutamente todo con la voz. Como hacía Matilde. Os propongo una cosa, buscad en youtube esta escena, mejor aún, os pondré el enlace. Pinchad AQUÍ y ved la escena. ¿No os parece que están ambos dos acojonantes? "Habría muerto si tú no hubieras venido". Todavía me pone los pelos de punta. No hay "toniquetes" de doblaje, ni está cantarín ni nada. Está interpretado exactamente igual que había hecho la Crawford. Planito, sobrio, sin decoraciones pero con una intensidad y una densidad emocional estremecedora. Intentad hacerlo. Es imposible. Actuar con la voz NO es algo que pueda hacer cualquiera. Decir una frase como esa de la forma en que la dice Matilde, sólo lo consiguen los ángeles. Esa simple frase cambió mi vida. Acabé haciendo doblaje, conocí a Matilde y me volví a enamorar. Será absurdo, pero... cuando conviertes en terrenal a alguien a quien admiras tanto... sólo hace que la admires más. Nunca le conté en vida que ella tuvo la culpa de que quisiera dedicarme a hacer doblaje. Entre otras cosas, porque la vida de un mortal imperfecto como yo no tiene nada que ver con la de una mujer tocada por las musas. Y porque me parecía muy chorras, qué coño. Matilde lo era todo para mí, era mi causa y era mi sueño. Claro que fue Angel Chaning y la bruja Averías y Lisa y mil millones de actrices, pero para mí siempre será Viena, la Crawford. y eso que sólo la dobló esa vez. Pero ese "pero si no me he movido" me cambió la vida. La mitad de lo que soy, de dónde estoy y de lo que tengo es gracias a Matilde y a esa jodía frase.
Vivíamos muy cerca y me la he encontrado en el super miles de veces. Y cascarnos un par de besazos y cotillear sobre la charcutera o la del pescao... para mí era alegrarme el día. Que me perdone mi abuela, pero Matilde era la abuela que me habría gustado tener. Y en cierta manera... la tuve. 
Afortunadamente pasé una tarde en su casa mirando fotos antiguas y me contó miles y miles de historias y anécdotas de su vida. Esa tarde ha sido una de las más felices de mi vida. Ahora me has dejado un poco más solito. Como le decía a una amiga ayer mismo... la vida cada vez está mas llena de huecos. Y el hueco de Matilde... es de los jodidos. 



Y ahora... para darme un homenaje, me voy a escuchar a Matilde en otro momento histórico. Poniendo voz a Jeanne Moreau en sus narraciones de "El amante". No se puede decir y sentir mejor.
Espérame, Matilde, que aunque no nos pudimos tomar nunca ese vinito en la Rosell, lo tenemos pendiente. Y caerá.