domingo, 18 de septiembre de 2016

Incendios. Teatro de la Abadía.

"La infancia es un cuchillo clavado en la garganta. No se lo arranca uno fácilmente".

Sabía que al texto de Mouawad lo calificaban como "una obra maestra del siglo XXI.  Sabía que Mario Gas es uno de los grandes directores de escena de este país. Sabía que el elenco era de ensueño. Sabía que Nuria Espert es posiblemente la mejor y más inteligente actriz que hay en este país. Lo que no sabía era que iba a salir absolutamente cambiado, conmovido y removido después de ver esta auténtica joya. 



Hubo un momento en mi juventud en el que mi vida cambió. Mi forma de ver las cosas, de vivirlas, de recibirlas, de sentirlas, de desearlas y de llorarlas. Como todos sabéis, fue cuando vi "El público" allá por el año 86. Treinta años después me ha vuelto a pasar lo mismo. "Incendios" ha sido la experiencia teatral más intensa que he vivido en treinta años. 
Yo me entrego enseguida. A nada que note un poquito de verdad y me toquen una o dos fibras, yo me emociono y me echo a llorar. Pero anoche mi estructura vital fue un paso más allá. Desde el minuto cuatro de función se me puso un nudo en la garganta, se me inundaron los ojos de lágrimas y no paré de llorar durante toda la función. Con la sala al completo puesta en pie gritando y aplaudiendo, mi cuerpo estaba un par de centímetros por debajo de mí, mi alma flotaba por la sala, mis lágrimas corrían disparadas y mi interior intentaba guardar una compostura imposible. Cuando pude articular palabra le dije a mi acompañante: "no puedo hablar, espera un rato porque ahora no puedo". Y tardé muchos minutos en poder hablar sin ahogarme en un tsunami de tristeza. 
Intentaré explicar mi viaje aunque no prometo que pueda conseguirlo. 



El texto de Wajdi Mouawad efectivamente pertenece a esos pocos títulos que se podrían considerar obras maestras. Es un monumento tan grandioso, tan profundo, con un dolor tan real e íntimo, con una poesía y un lirismo purificador y salvador tan desolador como un Koltès. Además de narrar una historia preciosa y horrible, dolorosa y terriblemente dulce, lo hace con un lenguaje y con unos recursos literarios prodigiosos y envuelve el dolor insoportable y el horror de una vida con unas imágenes de un lirismo sanador. "Cuando miro al sol, pienso que él también lo mira..." No recuerdo un texto que defina, transite y describa tan al detalle el horror de un infierno en vida con palabras tan bellas. Debería ser obligatoria su lectura al menos una vez en la vida. Ya lo dice Nawal, aunque con otras palabras mucho más bellas que estas; "ahí donde hay amor, no puede haber odio y para preservar le mor, ciegamente escogí enmudecer." El dolor y el horror de la búsqueda de la propia identidad, de la identidad de una madre "cruel", de un padre desconocido, de un hermano perdido, de un hijo arrancado. Lo dice Mouawad, "somos casas habitadas por un inquilino del que no sabemos nada"

Mario Gas pone en escena este monumento de la mejor forma posible. Sintiendo lo que hay escrito, traduciendo a imágenes esta tragedia y dejando espacio para que los personajes, los actores y las palabras cobren vida. Desde el respeto, la serenidad y la medida. Con sobriedad, sin recalcar nada ni tomar partido, ni caricaturizar, ni cargar tintas sobre nada. 
Escenografía, vestuario, espacio sonoro, iluminación, vídeo... todos los elementos son sobrios, delicados y duros, elegantes y sobrecogedores. Bravo a todos y cada uno de los responsables. 



Con esta atmósfera sólo falta que tomen cuerpo, forma y espíritu las víctimas del destino, los protagonistas del horror. Edu Soto es la imagen de lo inenarrable, lo que no se puede contar. Viaja de la luz a la sombra y del amanecer al ocaso a golpe de miradas. A Alberto Iglesias no se le puede pedir más ni él hacerlo mejor. Mil personajes distintos con tres mil rincones plagados de verdad. Un recital. Como el que da Ramón Barea. Domina la escena, la palabra y el sentido de la medida y y la mesura. Carlota Olcina y Alex García son los gemelos que buscan. Impresionantes en su profundidad y en la dimensión de su transitar por el desconcierto y el espanto. Carlota dejándose inundar y Alex bloqueando cuerpo y sentimientos. Brutales. Lucía Barrado tiene una presencia escénica, un nivel de compromiso y un poder de traspasar que flipas. Domina todo y a todos los niveles. Una bestia escénica que vive su poesía desde el dolor más íntimo. 



Capítulo aparte merece Laia Marull. Laia Marull ES teatro. 
Voy a puntualizar un detalle antes de seguir. A mí, que un actor o actriz sufra y se emocione muchísimo me da igual. Quiero decir, lo que tiene que lograr es que YO me emocione y YO sufra. Si el intérprete sufre o no, es cosa suya mientras consiga que sufra y me emocione yo, espectador.  
Laia Marull ES teatro. Una sonrisa suya ilumina un escenario oscuro, un quiebro de su voz estremece a 300 personas, una pausa suya mantiene tu alma en vilo. Ha hecho de todo y ha transitado por todos los estados de ánimo imaginables. Ser tan inteligente como para no hacer un repertorio de recursos y preferir bucear en los sentimientos, buscar las razones, rascar en su alma y desgarrar toda una vida y todo un amor es de ser una diosa. Desde la contención y la sobriedad ilumina el espíritu de un ser amable, amante, queriente, deseante, buscante y herido. Su horror son sus razones y su poder, la soledad de ser la única de su raza que sabe leer y escribir. En definitiva; pensar. Inconmensurable.



Nuria Espert es... lo más. Lleva apenas tres minutos en el escenario cuando, desde una mecedora te explica por qué va a tener un lápida sin su nombre escrito y automáticamente consigue traspasar el escenario, sobrevolar la sala, nadar entre y sobre 300 espectadores y meterse en tu interior, encontrar tu epicentro emocional, agarrarlo, estrujarlo y destruirlo. Con una frase, con una palabra te asola. 
Su presencia escénica es incontestable y arrolladora. Sobria, vestida con el color del dolor, sale, avanza y habla. Y cada palabra es un dardo de inteligencia interpretativa y sabiduría humana. Ha analizado el texto, lo ha estudiado, lo ha interiorizado y ha hecho algo tan básico como raro de ver: ha buscado desde dónde nace cada frase, cada palabra que va a pronunciar y a qué lugar exacto de tu existencia quiere llegar. Y abre la boca y envía las palabras directas a la diana. No gesticula, no se mueve apenas, no adorna ni distrae. Da vida a cada palabra y hace que vuelen de su ser hacia tu interior, al interior oculto, a la raíz oscura, a tu negrura, a lo que te niegas, a lo que te ocultas, a tus miedos y a tus silencios. Nuria ha dado vida y revivido mil personajes hipercomplicados a lo largo de su envidiable carrera, pero Nawal es un hito por medida, por mesura, por profundidad, por ejemplaridad, por intensidad y por perfección. Pinchando AQUÍ podrás leer mi opinión de su "Rei Lear" en el Lliure. Dos ejemplos de que Nuria definitivamente, viene de otro planeta. 

Sólo por ver el trabajo de Nuria Espert merece la pena cruzar España y ver "Incendios". Sólo por ver el trabajo de Laia Marull y del resto de sus compañeros también. Ya está. No hay más.
Este "Incendios" me removió de una forma inaudita anoche. Consiguió que mi mente viajara hasta mi interior y rebuscara recuerdos, memorias, imágenes olvidadas e hirientes. Y el nivel de angustia, de hundimiento, de tragedia, de pena negra y podrida, de rabia y de tristeza casi cósmica no lo había sentido jamás en un teatro.  El grito seco de Nuria, la crueldad de las matemáticas, la locura del destino y el amor extremo. Todo eso junto es "Incendios".  Como el perro de Pavlov, soy incapaz de escuchar "la mujer que canta" y no derrumbarme.      



Sobre ese "cuchillo clavado en la garganta que es la infancia" dice el autor: "solamente las palabras tienen el poder de arrancarlo y calmar así la quemadura".

4 comentarios:

  1. Multiplicas mis ganas...!! Leeo y quiero ver ya!!

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  2. ¡DIOS! ¡¡¡No sé cómo lo haces, pero hay que ir!!!

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    1. Pobre de mí. TODO lo hacen ellos. Luz, no te lo pierdas, por dios, es estratosférico. Y Nuria... no hay nada más allá de Nuria.

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  3. Jo David, me gusta lo que has escrito. Yo estuve también, había visto la peli y pensaba que era imposible superarla, pero vaya si lo consigue, espectacular¡. Oigo decir que vuelve en junio?

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