lunes, 30 de enero de 2017

La Villana. Teatro de la Zarzuela.

La verdad es que es un gustazo ir a la Zarzuela y ver que le público es cada vez más variopinto. Distintas edades, vestimentas, peinados y predisposiciones. Un gustazo y un mérito grandioso de los responsables de este Teatro, quizá uno de los más bellos de Madrid. 

Lo que más me ha gustado de "La villana" ha sido la inmensa partitura de Vives. Es de una magnitud abrumadora y Miguel Ángel Gómez Martínez saca un rendimiento de la ORCAM asombroso. Casi diría que la orquesta de la Comunidad de Madrid nunca ha sonado mejor. Quizá en algunos momentos faltara un pelín de homogeneidad pero la potencia, la dulzura, el salero y la picardía estuvieron presentes en todo momento. 
Como destacable es también el trabajo del coro. Aunque actoralmente estuvieran algo quietos (problema general de todo el espectáculo) cantaron como dioses. Especialmente el segundo acto fue apoteósico. 




En cuanto al elenco, nosotros vimos al segundo reparto. Debo decir que el resultado era bastante desigual. Javier Tomé está espléndido haciendo al ciego. Buena voz y buen trabajo actoral. Manuel Mas y Sandra Ferrández cantan bien y mientras él compone bien su personaje (bastante desdibujado en esta versión, todo hay que decirlo), Sandra trabaja en un tono paródico que no ayuda nada. Su forma de andar es exagerada y nada natural. Es cierto que los personajes no dan para mucho, pero de ahí a querer buscar rasgos pintorescos donde no tendría por qué haberlos, hay una distancia. Milagros Martín canta que es un gusto, con una voz grande, poderosa y expresiva y es muy buena actriz. NO así su compañero Ricardo Muñiz que canta bien pero está perdidísimo actoralmente.  
Rubén Amoretti es un figura indiscutible. Tiene un vozarrón impresionante y un peso escénico sólido y brutal. Pero así como en el rey Enrique III está fabuloso, sobrio y con una gran presencia, el judío es también bastante paródico y su afán por moverse todo el rato le lleva a pecar de caricaturizar demasiado ese personaje. Carlos Lorenzo es un valor seguro. Es un pedazo de actor como la copa de un pino, se ha movido por mil estilos y géneros y domina la palabra con una facilidad pasmosa. Así que cada vez que abre la boca todos flipamos con su soltura y naturalidad diciendo ese verso tan enrevesado. Grandioso. César San Martñin es un Peribañez fabuloso. Tiene una voz grandiosa, llega perfectamente a cualquier sitio y su presencia es agradable, simpatiza con el público y quieres que sólo le pasen cosas buenas. Aunque cantó todo de maravilla, su romaza final, "Señor, aunque villano, tengo sangre cristiana", la famosa romanza del perdón fue absolutamente perfecta.    
Maite Alberola tiene una buena voz, su timbre sin ser especialmente único sí resulta seductor y además posee una buena técnica y llega bien a todas las notas. Quizá ataque los agudos con demasiado esfuerzo. Quiero decir, que es como si pegara un apretón de diafragma para encarar ciertas notas. Eso sí, la composición de su villana Casilda me pareció poco certera. Y no digo que ella esté mal, Maite Alberola está dulce, fina, elegante y no se arruga con nada. Pero claro, se supone que el personaje es el de una campesina, con lo cual, ser fina, dulce, elegante y no arrugarse no son cualidades demasiado acertadas. 




Y para mi gusto el triunfador de la noche fue de lejos Andeka Gorrotxategi. Su Comendador fue histórico. Yo le conocía únicamente de un Requiem de Verdi que cantó con Amoretti, María Luisa Corbacho y la grandiosa Carmen Solís. Yo ahí ya flipé vivo. Tiene un timbre bello, una seguridad cantando pasmosa, es guapo, galanazo y tiene una presencia escénica asombrosa. Principalmente es que canta como dios y encima actoralmente está siempre en su sitio y en el tono en el que debe estar. La famosa endecha, "Tus ojos me miraron" fue sencillamente estremecedora. Se llevó la mayor ovación de la noche con diferencia y en los saludos se le veía sonreír pletórico, satisfecho de las sensaciones que él mismo había sentido. Emocionantísimo.

Ahora voy con los aspectos negativos. Y esta vez sí los hubo. Natalia Menéndez es una sabia de los escenarios. Ha trabajado toda la vida en todas las ramas y desde hace bastantes año dirige el Festival de Almagro. No hay rincón de la profesión que no conozca. Sin embargo en esta ocasión creo que ha cometido varios errores. Creo sinceramente que no ha dirigido actoralmente lo suficiente sus actores. O no ha logrado mejores resultados. Las escenas de amor entre los dos campesinos son excesivamente estáticas e incluso a los momentos entre Casilda y Don Fadrique les falta dinamismo. Se limita a colocar a los actores de cara al público (supongo que para que se les oiga bien) y se limita a colocar al hombre en la parte de atrás y a Casilda en el proscenio y dejar que se canten de espaldas. En el momento en el que dicen los textos hablados se multiplican las carencias. Y eso debería haber estado trabajado más en profundidad. Porque hoy por hoy no basta con cantar bien. Hay que ser buen actor y ahí alguno falló. 
Por otro lado, aunque desconozco la versión original, en esta versión parece que se han reducido los personajes o al menos el desarrollo de varios personajes. Blasa y Roque por ejemplo quedan desdibujadísimos. O mejor digamos... nada dibujados. Como Juana Antonia y Miguel Ángel. Quizá, y digo sólo quizá el apostar por la figura del lazarillo de Carlos Lorenzo no hay sido acertada. Y no por Carlos, que está fantástico, sino porque quizá al incluirlo la duración se multiplicaba y han acabado por cortar de otros lados. Seguramente estas dos parejas aporten poco al meollo de la historia y sean fácilmente prescindibles, pero... han quedado quizá demasiado poco definidos.




Buena escenografía de Nicolás Boni y correcto vestuario de María Araujo. Aunque insisto en que Casilda no es muy villana. Está demasiado elegante y parece mas la marquesa  de la zona que una humilde campesina. Destacables las preciosísimas luces de Juan Gómez Cornejo. Son mágicas y bellísimas y realmente es como si vieras pasar las horas del día en el escenario.    

Resumiendo, no es la mejor producción de la Zarzuela. Sinceramente creo que el trabajo de Natalia Menéndez no saca todo el provecho que podría haber sacado del elenco en general y que el tono "clásico" no ayuda tampoco a dar una visión novedosa de la obra. Y si en el siglo XXI no damos un toque distinto a los espectáculos no avanzamos. Grandes voces, especialmente el grandioso Andeka Gorrotxategi y un Carlos Lorenzo brillante. 

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