martes, 29 de octubre de 2013

Festival Iberoamericano de Teatro. Círculo de Bellas Artes.

Dentro de la programación del FIT de Madrid, hemos podido ver dos espectáculos. También estaban programados "La realidad" con Fernanda Orazi, "Zoomwooz"y "Punto muerto", espectáculos que ya habíamos visto y nos hemos permitido no repetir. Aprovecho para comentar un par de cosillas sobre "La realidad", ya que cuando empecé con este blog, ya lo habíamos visto y no tuve tiempo ni memoria para volver atrás.



 He repetido hasta la saciedad que Fernanda Orazi es la reina de la naturalidad y del hacer suyos los personajes que interpreta. Aquí encima se permite el lujo de interpretar DOS personajes que interactúan entre sí. Vale que uno está grabado, peor aún así hay que interpretarlo igualmente. Y en escena sacar adelante el personaje "en vivo" conectado con el otro y encima crear "magia". Pero para eso tenemos a Fernanda. Lo hace todo con esa naturalidad suya, ese trabajo orgánico que la hace única. Brutal, dramática, divertida y absolutamente magistral. Y con una historia dura, trágica y tremendamente profunda. Por algo el texto es de la grandiosa Denise Despeyroux. Sin ninguna duda, uno de mis espectáculos preferidos del año pasado. Y como la gente es lista, se sigue programando, así que el que no lo haya visto aún, que corra a cualquier sitio donde lo vea anunciado, porque es oro puro.





Bueno, a lo que voy. Ayer pudimos ver "Pieles" de Paula Quintana. Espectáculo de danza. Paula se adueña del escenario y durante casi una hora es capaz de tenerte pendiente de ella casi sin pestañear.
La mezcla de danza contemporánea con toques flamencos está muy bien conjugada. Nada rechina y ella domina de forma salvaje ambos palos. Ya lo de la filosofía del título y eso... no sé. Lees lo que intenta contar y yo, que seguramente soy mu burro, me cuesta verlo. Pero su trabajo es espectacular, sobre todo esas manos... Muy recomendable.



Pues con "Odisea" pasa lo contrario. Vamos por partes, criticar a una compañía autodidacta y que lleva muchísimos años llevando cultura por Costa Rica y por todo el mundo es jodido. No soy yo quién para criticar su labor, ni mucho menos. Y no lo hago. Me parece loable y muy de agradecer y de reivindicar. Les aplaudo por ello y son un verdadero ejemplo de la labor que tiene que tener una compañía de teatro. Llevar la cultura por todos los rincones de un país. Sobre todo de un país mágico como Costa Rica, con una gente absolutamente maravillosa y generosa, pero con unos medios más escasos que los que tenemos aquí. Su labor didáctica es para quitarse el sombrero.
Pero este espectáculo me pareció feote de ver. No me gustaban los muñecos, no me gustaba nada la grabación de las voces, llena de ruidos y como mal grabada, ni me gustaba la música omnipresente. Comprendo que es más bien un espectáculo para niños, quizá por eso no me gustó. Únicamente un par de momentos más mágicos. En fin, que alabo y admiro el trabajo de esta compañía, pero este espectáculo a mí, no me llegó.



domingo, 27 de octubre de 2013

Ballet de la Ópera de Perm. Teatro Real.

El programa consta de dos ballets. "Les noces" con música de Igar Stravinski y coreografía de Jirí Kylián y "El bufón" con música de Prokófiev y coreo de Alexey Miroshnichenko.



"Les noces", con la orquesta y coro de la Ópera de Perm y Teodor Currentzis a la batuta. Sonó de maravilla. Currentzis es un experto en darle caña a las orquestas cuando la cosa necesita poderío. Y la música de Stravinski era perfecta para él. El coro sonó de maravilla y los solistas, muy solventes. Si yo adoro a Currentzis, ni te cuento lo que siento por Kylián. Lo digo en voz alta. Es el coreógrafo que más me pone de todos los que conozco. El más original, expresivo y maravillosamente estético y emocionante. Dejo aparte por supuesto a seres sobrehumanos como Pina, claro. Hablo de coreógrafos de ballets, no creadores de coreografías contemporáneas. Igual estoy diciendo una burrada, pero yo sé lo que digo y creo que me entiendes.
Kylián consigue hacer siempre lo que menos te esperas. Cuando crees que la chica va a estirar el empeine, dobla el tobillo, cuando crees que el chico la va a agarrar por las manos, la agarra por un sobaco y una rodilla. Rompe con todos los moldes pero siempre buscando una expresividad brutal que a mí, al menos, me maravilla. Y creo que para interpretar bien a Kylián, hay que entender lo que hace y por qué lo hace. Y los bailarines de anoche comprendían perfectamente a Kylián, por eso lo bailaron tan bien. Lo mismo les pasa a muchos bailarines de la CND, que cuando bailan a Kylián es cuando más cómodos y geniales están. Una auténtica gozada lo que vimos en el Real.
"El bufón" tiene una partitura fabulosa. La música es una maravilla. La orquesta del Real, que es una grandísima orquesta,  sonó de maravilla y Valentin Uryupin la dirigió muy rebién. Soy muy superfans de la orquesta del Real, pero ayer vi una cosa que no me moló nada. Después de afinar, y justo antes de que saliera el maestro, un percusionista empezó a estirarse y a bostezar como si estuviera en el salón de su casa. Y mira, no. Desde que pisas el foso, todo es parte de la liturgia. Y yo, como espectador que he pagado una pasta, quiero que eso se respete. Es una cuestión de actitud. Yo pido que cada actuación sea "única". Oír a una cantante que no se deja el pellejo en cada nota o ver a un músico que no se está entregando al 100% no me gusta. Cuando ves actuaciones de esas legendarias, las históricas, oyes que todos se están dejando la piel. Pues esa actitud de "bueno, venga, a ver si empezamos ya" no me gustó.
Y todo este rollo es para no contar que "El bufón" no me gustó nada. Me pareció una coreografía de colegio. Como esas cosas de "La flauta mágica" para colegios. Movimientos infantiloides que para un rato, vale, pero desperdiciar esos grandes bailarines en bailar eso tan simplón me parece una pena. Y ni te cuento lo que me parece a mí como espectador después de haber pagado una pastón. Una compañía de esa talla debería llevar un repertorio un poco más cuidado. Para una matinal, guay, pero para un sábado por la noche, a los precios que está el Real, como que no. Yo habría querido algo más currado.  

sábado, 26 de octubre de 2013

Fäustino III o una diferencia de 20 pulsaciones por minuto. Teatro Pradillo.

No sé muy bien cómo etiquetar este espectáculo (o "encuentro" como prefiere llamarlo Sergi Fäustino). He puesto "teatro" y "danza", pero no sé si he acertado. Tampoco sé qué es lo que vi anoche ni si me gustó. Creo que sí, pero no estoy seguro.
Me explico. Hay dos partes en este "encuentro". Lo expositivo, que son unas fotos que hay en el hall, un vídeo y una talla de su tobillo lesionado hecha con su propio sudor. Y la otra parte es la "performativa" o "en vivo". Esa es la parte que se desarrolla en la sala. Pasa por una proyección de un vídeo con reflexiones personales de por qué hace lo que hace, de por qué corre, de por qué actúa... unas acciones que le sirven para medir su cuerpo con el esfuerzo, la resistencia, el descubrir un espacio nuevo, su conexión con ese espacio, el recuerdo de antiguos cuerpos que ha sido, o la creación de imágenes a partir de su vida, la de su hijo, la de su padre y la de su abuelo. ¿Qué? ¿Se os ha quedado cara de búho? Pues es que no se puede explicar de otra forma. Hay que vivirlo.



Yo lo que sé es que las dos horas y pico que nos tuvo Sergi en la sala, consiguió que no le quitara ojo de encima en todo momento. Estuve como hipnotizado. A ratos pensaba que era una absoluta tomadura de pelo, a ratos pensaba que este hombre tiene una pedrada en to lo alto y a ratos pensaba que es un señor totalmente libre que hace lo que se sale del fafarique sin dar explicaciones. Y es lo que creo. Que Fäustino hace lo que quiere y comparte lo que cree importante o interesante y no se corta un cagao. Yo no le quité ojo de encima no sé si por ver qué iba a pasar a continuación o porque este señor tiene algo vital para cualquier comunicador: carisma. El caso es que aunque a veces tuviera la sensación de que todo era un poco ridículo y aburrido, me tuvo pillado. Especialmente ese final, con la historia de Ramón, desoladora, fría, trágica y dura de cojones. Y de repente va, se pira, termina y te quedas con el corazón encogido y te preguntas, ¿por qué?  

viernes, 25 de octubre de 2013

Boys don't cry. Cuarta Pared.

Reconozco que el vídeo de presentación me dejó prendado. Victoria Szpunberg, la autora tiene una magia especial y explica sus teorías de una forma lúcida y tremendamente prometedora. Lo difícil es que luego eso se corresponda con lo que uno ve. Atención si vas a ir a verlo. Spoiler total, no leas si no te quieres enterar de qué va la cosa.




Dos amigos de la infancia (o juventud) se reencuentran no se sabe muy bien por qué. Parece ser que uno de ellos, escritor sin demasiado éxito busca a su amigo para pedirle ayuda o trabajo o ambas cosas. El otro, político pedorro que ahora parece que está en la cumbre de su carrera le recibe con ganas de recuperar el tiempo y al amigo perdidos aunque en el fondo se la pele totalmente la nueva obra que su colega ha escrito y le ha pasado para que la lea y opine. Se supone que vive en una casa de hiperlujo con todo tipo de medidas de seguridad, aunque en la puesta en escena eso no se vea. El espacio es funcional pero poco expresivo. Los elementos ni ayudan ni no, están ahí y aportan poco aparte de una escalera para subir a ... ¿una terraza? Vamos, que el espacio no me gustó. La puesta en escena es normalita, sin ningún toque que no sea igualmente funcional. La relación entre ellos tampoco es nada novedosa ni sorprendente. Y el desarrollo de la historia... no sé. No queda claro si Walter ha matado realmente a su amigo y todo lo que vemos es invención suya o no. Igual es que yo no me enteré. El desarrollo de la trama empieza a perderse con giros erráticos y desperdicia un buen planteamiento dramático y hace que la historia acabe naufragando por terrenos dispersos. 
Sí destaco a Armand Villén. Está soberbio como político asqueroso que como ya no puede prometer más cosas, promete una embajada en la luna a sus posibles votantes. Absurdo, brillante e ingenioso planteamiento que Villén lleva por buen camino desde su primera aparición. Buenísimo actor.
Francesc Garrido está bien cuando grita. Cuando habla normal parece que tiene algún problema vocal. Es como si sólo tuviera dos notas, no tiene graves ni agudos, habla usando dos notas únicamente. Pero cuando se exalta y grita saca mayor provecho a su voz. Físicamente está bien aunque con quizá demasiada tendencia a tratar de hacer "natural" cada gesto y cada frase. Eso si no sale de forma orgánica resulta tan afectado como lo contrario.
En fin, un espectáculo normal, correcto, que se deja ver, pero que comienza en el nivel 7 y va cayendo hasta el nivel 3 al final de la función.  

La estrella camuflada. Nave 73.




Dentro del festival "Días nórdicos" de presentó el monólogo "La estrella camuflada" de José Herrero con la actriz Nina Ikonen.
Al lío. El arranque es como un poco cutre. Nina está un poco floja haciendo de borracha. Los primeros minutos son un poco dramáticos. De pronto te ves viendo un espectáculo pobretón, con pocos medios y no muy acertado ni por el texto, ni en puesta en escena ni en interpretación. Somos siete personas en el público y piensas "qué hago yo aquí, me piro". Pero de repente se produce un "click" y todo cobra sentido. A ver, el texto no es ninguna maravilla. Por ejemplo el monólogo de la abuela recreando supuestamente un personaje almodovariano no tiene demasiada gracia ni acierto. Nina Ikonen tampoco es el colmo y la puesta en escena sigue siendo pobretona. Pero yo personalmente pegué un salto, quizá en mis prejuicios o en mi chulería y entré de lleno en un espectáculo absolutamente SINCERO. No pretende ser más de lo que es. Habla del fracaso de los ideales y de los sueños y habla desde la verdad y la sinceridad. Sin grandes dramones ni trucos grandilocuentes, sino desde la sinceridad de las cosas simples. Y en ese momento yo me entregué a Nina y me dejé embrujar por su sencillez, su belleza y su honestidad con lo que hace. Nina es generosa y pese a no ser la mejor actriz del mundo, lo que hace es muy valiente y sincero. Admirable.
Lo digo de corazón, hay que verlo. Pero hay que verlo desde la simplicidad, sin prejuicios ni poses petardas como las que yo llevaba al principio. No es el montaje del año pero sí es un ejemplo de cómo hacer un espectáculo con cuatro perras, pero con ideas sanas, honestas y sin pretender venderle la burra a nadie. Fabulosa la escena de los dardos.
A fin de cuentas, todos hemos querido ser chica Almodóvar, yo el primero.   

jueves, 24 de octubre de 2013

Tirano Banderas. Español.

Cuentan por ahí, en algún lugar del programa de mano que el director no quiso que las actores ni él mismo investigaran ni se acercaran demasiado a la obra de Valle Inclán. "El excesivo conocimiento a veces entorpece, a veces no ayuda". Ein???
"Tirano Banderas" es una novela que se ha llevado varias veces a los escenarios con suerte desigual. Esta nueva versión entrará en la lista de las peores sin duda alguna. Recuerdo una que me gustó muchísimo, pero prefiero no comparar, que ya bastante tengo con lo que tengo.
Se han comido las primeras filas y han agrandado el escenario. Pero no sé muy bien para qué, porque están todo el rato amontonados en la corbata. De vez en cuando aparece sentado por ahí detrás Santos Banderas, pero vamos, que si no estuviera daría igual.
La primera parte comienza con el telón del Español bajado, aunque la segunda parte empieza con unas telujas blancas colgadas que yo diría que son las mismas del Cyrano y que además las usan igual. Tampoco lo entiendo. Pero es que no entendí nada de nada.



El esperpento es como cualquier ejercicio de estilo, tienes que dominar la base para luego poder ir más allá y darle le vuelta. Hay que dominar el dibujo antes de hacer arte abstracto. Hay que entender a Valle antes de intentar hacer lo que te sale de la berza. Y lo que vimos el otro día es como un intento de no sé qué que lo que parece es que ha sido un encargo que se ha ido dejando y dejando hasta que les ha pillado el toro. Y se ha hecho a matacaballo. O eso, o a alguien le ha podido la soberbia y ha querido hacer un intento de algo que poco o nada tiene que ver con Valle Inclán.
No das ritmo a una función montando todas las escenas a toda hostia, con todo el mundo hablando casi a la vez, y como si tuvieran prisa por terminar la función. El ritmo no es hacerlo todo corriendo. Ni el esperpento es hacer coñas donde no las hay ni embarullar la escena con diez focos simultáneos. Esa escena con Casablanc y Rafa Cruz cual odaliscas en celo era una cosa patética. Y lo de los acentos ni te cuento. Faltó que alguien imitara a la Maruxiña aquella que hacía Beatriz Carvajal en el Un, dos, tres... Horrible.
La primera parte es un jari que me da la sensación de que oculta una falta de criterio a la hora de entender y montar la función. La segunda parte tiene la suerte de que incluso el texto cambia de tesitura y facilita la comprensión y el desarrollo del drama. Las escenas de los campesinos, la criatura muerta... el drama se intensifica y ahí parece que el director se aclara un poco. Aunque ya es tarde. Y lo siento, pero el recuerdo de Patricio Contreras sigue siendo tan brutal incluso 20 años después... 
Los pobres actores yo creo que no es que estén mal, hacen lo que tienen marcado. Susi Sánchez es maravillosa y la adoro, pero aquí sólo está bien como médium, en el resto de papeles la veo más vendida que vendida, y lo de los acentos... como que no. No porque ella no lo haga bien, es que no funciona y no funciona. Pedro Casablanc es otro pedazo de actor, pero aquí tiene momentos, sólo momentos. Y como Barón de Benicarlés... mejor no digo nada. El resto está perdido en medio de indicaciones traicioneras que solo sacan lo peor de cada uno. Muy voluntariosos todos, pero creo que desde dirección les han marcado todo lo que les hace quedar fatal. Y Emilio Buale sigue enfadado. Como siempre. En todo lo que le he visto, es como si estuviera cabreado y suple con esos tonos de enfado ciertas carencias interpretativas. Emilio Echevarría mal. No me gustó nada. Y vale que de vez en cuando tropieces con el texto, pero es que a veces yo diría que se quedaba en blanco. No había mucha gente en la sala, pero la concentración y la entrega tiene que ser la misma que si la sala estuviera petada y los Reyes en un palco.
Vamos, que salvo el buen hacer y la entrega de los actores, con desigual resultado, nada más que destacar de este batiburrillo sin pies ni cabeza. Ni sentido ni razón de ser.
        

domingo, 20 de octubre de 2013

Julia. Valle Inclán.

Adoro el texto original. Me gusta muchísimo y me trae muchos recuerdos. Esta "Julia" es una adaptación. Vamos, que está basada en la obra de Strindberg pero poco tiene que ver con aquella. Ya lo sé, es una obra nueva "basada" en la otra. Pero en esta versión, o en este texto nuevo se pierden gran parte de los conflictos y de las marcas de los personajes originales. Julia queda reducida a una especie de pija caprichosa y Juan a un criado un poco básico y poco más.



Según dice el programa de mano, no me lo invento yo: "...el film se construirá en presencia del público de cada día". No sé, yo pensé que cada día la función dependería del público. Pero o yo me monté mi película particular o no es así.
Lo más llamativo es la puesta en escena. Mezcla de escenas filmadas, escenas que suceden fuera de nuestro ojo y que vemos a través de una cámara que les va siguiendo y grabando en ese momento y teatro como tal. Digo "llamativo" no acertado.
Como siempre, esta es mi opinión absolutamente particular y no pretendo convencer a nadie a quien le haya gustado mucho de que no vale un pimiento. Es simplemente mi opinión.
La acción va cabalgando entre lo ya filmado, lo que vemos por la cámara y lo que sucede en vivo. En todo momento dejan claro que lo que vemos es un juego. Gritos de "acción" o "corten" nos sitúan como espectadores de una ficción que se reproduce en ese momento. Repito, una ficción. Pero saltan al lenguaje teatral y de pronto estamos viendo teatro teatro, con unos señores que encarnan unos personajes y lo viven y lo sufren como tal. Pero de pronto no, y de pronto sí, y de pronto no. Hasta un momento en el que ella se rebota mucho porque él hace una burrada, y sufriendo como sufriría el personaje, es la actriz la que se pira y sale a las calles y es la actriz la que luego vuelve y nos habla sin embargo como si fuera el personaje. Vamos, un follón al que no he conseguido encontrar sentido aparte del capricho de la directora. 
Que la puesta en escena sea juguetona y "original" me parece bien. Quiero decir, ni me gusta ni me disgusta, siempre que me parezca coherente y que tenga su razón de ser. Si me parece caprichosa, no me funciona. Y yo no entiendo con qué criterio se salta de un lado a otro en esta función.
Lo que sí reconozco es el enorme trabajo de la actriz, Julia Bernat, que salta de un estado anímico y de un plano de lenguaje a otro como si nada. Eso es de ser una bestia. Rodrigo dos Santos bien.
Pero vamos, que como muchas veces, supongo que soy yo el rarito, porque la peña se descojonaba y se ha puesto en pie gritando bravo como locos. Oye, y yo que me alegro por ellos, que lo han disfrutado. Yo soy el maripili que se ha quedado en su butaca y ha aplaudido fríamente como otros cuantos (no soy el único raro) lo que pasa es que se nos nota menos.    

La conquista de México. Teatro Real

Siempre que voy a ver algo de lo que no he oído hablar antes, evidentemente es culpa mía. Y no había oído hablar nunca de esta Ópera ni de su compositor. Pero vamos, ni pajolera. Bueno, esto cuando compré las entradas, porque luego ya me informé. Pensaba que podría ser un experimento de Mortier o una obra de esas que le gustan a él pero que tendrían poco interés. Como el "Ainadamar" ese horrible del año pasado o el "The perfect american" de Philip Glass que no aportó nada a la historia de la música. Pues por listo, me meto mis palabritas por ahí.
Wolfgang Rihm es un autor importante y tremendamente prolífico. Y a falta de escuchar otras obras suyas, esta es simplemente abrumadora. Al parecer primero compuso la música y luego añadió los textos. Octavio Paz, Artaud... vamos, que no tiene desperdicio. Más que una historia, hay retazos poéticos o brochazos que te dejan enganchado como un yonki ante esa belleza. 



La orquesta, aparte de en el foso, está situada en el palco real (de las pocas veces que lo he visto ocupado, manda narices) y en los palcos bajos laterales. Ahí están también la soprano y la contralto que complementan la voz femenina, en mi caso, Nadja Mitchel. Todo tiene su por qué. La escenografía es brillante y simbolista. Todo con una concepción geométrica que le da un tono abstracto pero coherente a esta obra. Elementos fantasmales como la colección de sistemas circulatorios, o los troncos rojos... brillante. Y el sonido exactamente igual. Te envuelve y suena por todas partes, en distintos planos, por delante, por detrás, por los lados... dándole también ese sentido geométrico o en tres dimensiones. No sé muy bien cómo explicarlo, pero es como si estuvieras dentro de una maqueta, y fueras una de esas figuritas que aparecen rodeadas de todos los elementos de la maqueta. Y las voces, idem de idem. La voz femenina aparece multiplicada por tres sitios distintos y tres tesituras que se complementan. La masculina, por dos recitantes que desde el foso, dan color a la voz del barítono. Incluso el coro pregrabado surge por todas partes y por todas las alturas y profundidades. Todo es en tres dimensiones. Y tú en medio, pequeñito, y envuelto por la belleza de las notas de Rihm.
No hay anuncio de que apagues el móvil (yo multaría directamente a los salvajes del móvil o les quitaría el pasaporte y los mandaría a trabajos forzados), ni sale el maestro y se le aplaude ni ningún preludio. Se apagan lentamente las luces y de los sonidos de la afinación se enlaza con la obra. Y sin darte cuenta, en menos de diez segundos empiezas a levitar. La hora y 50 minutos que duró la función, yo estuve a volando a varios centímetros por encima de la butaca. La música no es fácil. Quiero decir, no es Verdi. Pero fluye como una poción mágica que te hipnotiza y no te suelta en ningún momento. La dirección musical de Alejo Pérez me pareció magistral. Sacó lo mejor de la orquesta (que ya de por sí es fabulosa, pero ayer estuvieron especialmente sembraos) y manejó ese batiburrillo de movidas como un gran demiurgo pinganillo en oreja. El coro, por muy pregrabado que estuviera sonó que te mueres. Caroline Stein y Katarina Bradic estuvieron sembradas. Dos cantantes sugerentes y con una voces privilegiadas que contribuyeron a las ovaciones de Nadja Mitchel.
Mira que esta mujer no me entusiasma. Estuvo bien en aquel ladrillo que fue "Poppea e Nerone" y bastante regumal en el "Wozzeck". Pero aquí es la elección perfecta. Físicamente es perfecta y expresiva y vocalmente maravillosa. Cantó de maravilla y su nivel de actriz estuvo igualmente sobresaliente. Georg Nigl, al que ya disfrutamos en "Il prigioniero" estuvo fabuloso. Cantó y recitó de fábula y es un pedazo de actor. En esta obra compleja pudo lucirse en ambos sentidos.
Al terminar, cuando dejé de levitar y bajé de nuevo a la butaca, se oyó un pateo y unos aplausos medio tibios y entre medias, bravos contundentes. División de opiniones, pero conseguimos que saludaran durante un buen rato. Mi vecino de butaca, un señor mayor, aplaudió con ganas. Y eso me dejó mejor sabor de boca aún. Que un señor del talento de Mortier haga que tiemblen las telarañas del Real tiene mucho mérito. Yo le estaré eternamente agradecido. Al menos ha dejado montada la programación durante un tiempo. Y espero que su sucesor siga por esa línea. No me gustaría acabar viendo "La del soto del parral" un año de estos. Con todos mis respetos por la zarzuela. Pero ya me entiendes.



   

El rey tuerto. CNC Sala Mirador.

La antigua sala Mirador, ahora llamada Centro de nuevos creadores nos está regalando en esta nueva etapa con Juan Diego Botto a la cabeza de la programación unos espectáculos brillantes y comprometidos. Y prometen mucho más, incluso un "Mes Messiez" que puede ser el sueño de cualquier teatrero que se precie.
Lo último que he visto allí ha sido "El rey tuerto", espectáculo que viene de triunfar en Barcelona y en el Lara, aquí en Madrid. ¡¡Pues claro, cómo no va a triunfar un montaje así!!



Marc Crehuet, autor y director, presenta una situación pintoresca. David, un garrulo que curra de antidisturbios (él prefiere denominarse "especialista en gestión de masas") coincide en una cena petarda con otro joven al que reventó un ojo en una manifestación. El conflicto está servido.
En la sala te reciben los actores y te dan las buenas tardes. Charlan contigo y te ayudan a sentarte por la sala. Está claro, lo que vas a ver es una ficción. Muy bien. 
Todo comienza con una cena entre este tal David y su churri. Porque no es ni novia ni na, es su churri. Es un garrulo bestiajo que no soporta que le llamen garrulo pero que es bruto como un arado. Ella es un poco catetilla. Ocupa su tiempo en hacer cursillos. Y ahora toca uno de cocina creativa. Antes fue otro de fotografía. En fin. Esta escena costumbrista con toques de Darío Fo nos presenta a una pobre indolente simple como el asa de un cubo y a un bestia garrulo. Y es que no mola eso de llevarse el curro a casa. Ni hablar de ojos en medio de una cena "creativa".
La otra pareja es casi peor. Ella es una especie de pija revolucionaria que se irá descubriendo poco a poco como un ser oscuro y podrido. Él es el pobre que quedó tuerto por culpa de un madero loco. El pobre llora y llora. Es un "guay" porque se lo puede permitir. Hace "documental social" porque se lo paga papá.
El tono de la función va saltando de la comedia al drama costumbrista, al dramón y a la comedia romántica a golpe de textos ingeniosos y de un ritmo interno brillante. Los "guays" acabarán no siéndolo tanto y el bestia parda de David acabará pasándose al lado revolucionario. Eso sí, con el mismo fanatismo con el que antes justificaba la brutalidad y la injusticia social. Energúmenos hay en todas partes. Cualquier acto o forma de actuar puede llegar a justificarse (bueno, casi todas). La injusticia social es evidente y la crueldad del gobierno también. Pero cuando tienes la ocasión de cambiar algo, ¿qué haces? ¿Recoger firmas a través de una web? Con eso no basta, está claro, pero ¿qué más se puede hacer? ¿Quién tiene la respuesta? ¿Hay alguna respuesta? ¿Hay alguna alternativa a la lucha que ya está en las calles? En la función no plantean respuestas ni alternativas, sólo muestran la brutalidad, el fanatismo y la incoherencia de la situación. Pero, ¿quién tiene respuestas? Esa es la cuestión. Y la putada.
Betsy Túrnez está estupenda como la sosa cursillera racista, simplona y sometida aunque acabe siendo a la que más perdonas sencillamente por sencilla y por amante entregada (aunque tenga una guantada en todo lo alto por sumisa). Miki Esparbé también estupendo como el tuerto también algo simple que sólo llora y llora y no es capaz de posicionarse nunca. Xesc Cabot tiene un papel jodido. Es el político que sobrevuela todas las escenas pero al que no hacen ni puto caso en ningún momento. Y cuando se lo hacen es pa liarla aún más. Ruth Llopis es la más floja. También es el papel más desagradecido y con menos asideros. Y Alain Hernández está soberbio como el garrulo megabestia admirador de Vin Diesel. Va y viene de lo burro a lo sensible y cabalga entre muchos registros, todos ellos brillantes. Él sí que es una bestia parda, pero de los escenarios.
Vamos que es de esos espectáculos que no hay que perderse. Crítica social, hiperrealidad y actualidad brutal a golpe de carcajada. Y es que claro, con un caramelito, el jarabe entra mejor. Bravo, Marc Crehuet y bravo Juan Diego Botto. ¡¡¡Corriendo a la Mirador!!!

miércoles, 16 de octubre de 2013

Las palabras. (Una historia de amor). Cuarta Pared.

Si ya lo dijo el autor en una fabulosa entrevista: "el amor es la experiencia que nos hace elegir las palabras con cuidado y dedicación". Porque al elegir una palabra, al nombrar algo, le damos forma y la hacemos real. Como al bautizar con el nombre "tenedor" a ese aparato con forma de mano. O al tener que elegir las palabras que emplear con tu ser amado. Le estás dando forma al amor, a ese amor. Al amor como razón para vivir o como salvavidas. La peste puede ser el desamor, eso que te asola y que te hace sentir muerto. El amor redime, el amor es vida, el amor te salvará. "Pichurri", "caricari", "gordi", "te amaré para siempre...". Una extraña peste asola el planeta. Cuanto más enfadado estás más te afecta. Y cuando te puede la ira, como a la primera Orazi, mueres echando espumarajos por la boca. Sólo te salva la música y el elegir las palabras. Una rima de Becquer basta, pero no te vale pa todo. Busca las palabras. Incluso para abandonar a alguien. Si lo haces en portugués y cantando, sirve. El poder devastador de la palabra es tan fuerte como el poder sanador y salvador. En ti está cómo utilizarlo. 



La metáfora está servida. Brillante, preciosa, brutal y metafísica. Me pone cachondo. Y como siempre el amor. El amor falso, el amor aburrido, el amor coleccionista, el amor regalado, el amor primaveral, el amor pasional, la falta de amor, la muerte del amor, la muerte del mito del amor, el amor ciego, el amor doloroso y el amor "para siempre". Todo este borbotón de emociones en manos del mago de la palabra. No hay NADIE en el panorama mundial capaz de analizar, elegir, desgranar y exprimir más eso que se llama "la palabra". NADIE. Es evidente en cada montaje suyo. En esta nueva carta de San Pablo Messiez al resto de los humanos auto homenajea a su propia capacidad, y hasta el título es una declaración de principios. La elección de las palabras, la rima, las canciones, el amor en definitiva es tanto el causante de la peste como su salvación. El amor crea y destruye. La palabra sana y enferma. Da vida y mata.
Encima te encuentras con unas luces geniales, con un ritmo interno en cada escena como de versos puros, y un ritmo global como de sinfonía. Unas imágenes bellísimas a más no poder, como esa lluvia de ceniza y esas tres mujeres retorciéndose y besando el suelo. Banda sonora de mearte.
Y encima vas y tienes un repartazo de caerte de espaldas.




Estefanía (de los dioses) y de los Santos. Nada que ver con nada que se le haya visto a esta mujer. Es otra. Y esa voz... y esa forma de hablar... Yo es que no puedo, cada nota que sale por su boca me suena a poesía. Nunca nadie me ha llegado tanto con cada palabra que pronuncia. Como dice una amiga mía, "me pone los pelos de gallina". Es la voz del dolor de la Tierra. Y si en otras ocasiones la he definido como "actriz médium", creo que me quedo corto. Realmente ES otra persona. Jugando de nuevo con el leit motiv de la función, no hay palabras para definir tanta intensidad. Te lo digo yo, que estaba en la fila 1 y veía cómo besaba la lluvia de ceniza como si fuera otra persona, no mi Estefanía de mi amor y de mi dolor. ¿Para cuándo "La voz humana" con esta mujer, por dios?





Marianela Pensado. Una presencia diminuta pero arrolladora. Tiene una fuerza brutal y una sensibilidad que se le escapa por todas partes. Debilidad total por ella. ¡Y encima canta que te mueres!
Javivi Gil. No es santo de mi devoción y no me hace gracia. Pero reconozco que está muy bien. De gesto y de composición física está soberbio. Pero hay algo en él que provoca la risa en la gente. Como en su conversación telefónica buscando las rimas. Quizá su imagen le puede. O me puede a mí.
Alicia Calot me dejó frío. Reconozco que de gesto está muy bien, pero su forma de "decir" me parece demasiado fría.




Fernanda Orazi. Maravilloso prodigio de actriz. Es un container de matices y de naturalidad. Actriz sabia que tiene desgranados todos y cada uno de los matices de lo que dice, vive y siente. Mira que está en cosas, pero debería estar en más. ¡¡En todas!! Esas lágrimas no tienen precio... PERO...siento decir esto, pero creo que su composición de los dos personajes que interpreta en "Las palabras" se parecen demasiado. Quizá sea a propósito, no digo que no, aunque esto le quitaría una baza gorda a Fernanda. No digo que se parezcan los personajes, digo que las composiciones físicas de los dos, son demasiado cercanas. Especialmente en el segundo personaje yo habría agradecido que fuera más terrena. La forma de andar y de moverse me recuerda demasiado al primer personaje. Es como si fuera la misma pero sin peluca rubia y no tan maleducada. Esto lo digo por rizar el rizo, porque insisto en que no hay cosa igual sobre las tablas hoy en día.




Y ahora voy a meterme en el pantano. El estreno de una función nueva de Monsieur Messiez es en sí un acontecimiento. Todo el mundo está espectante y ansioso, empezando por mí, que antes de la función estaba tan nervioso que parecía que estrenaba yo. El éxito está prácticamente asegurado. Y las buenas críticas.  Casi todo lo que he dicho hasta ahora es bueno o muy bueno o buenísimo. Así que en este momento estoy a puntito de meterme en un jardín que te cagas y a ganarme el odio de medio Madrid. Me pondrán a parir. Pero tengo que decirlo. Por coherencia conmigo mismo y por la exagerada admiración que siento por San Pablo.
No salí tan estremecido como esperaba y deseaba. Pensé que iba a ver el montaje del año y no. A pesar del planteamiento tan genial y de la forma brillante de llevar la función, a pesar de la belleza que hay en cada momento, para mi gusto el autor ha sido víctima de su propio genio. Empecé el espectáculo con el espíritu volando por encima del planeta, pero acabé en la butaca aplaudiendo.
Para mi gusto justamente lo que no me funciona en esta ocasión es el propio texto. Todo el grueso de la función, la parte en verso no me gusta. A ver, es horriblemente difícil escribir genialidades en verso, está claro y Messiez no lo consigue. Todo el poder seductor y trágico que tiene Pablo en sus textos no está en la parte rimada. Por la propia esclavitud de la rima, se pierde ese toque, ese genio, ese adentrarse en lo más profundo de las palabras. Sólo reconozco al Messiez que me estremece en sus partes no-rimadas. La escena de la ruptura, por ejemplo es asombrosa. ESE sí es el mejor Messiez. La disquisición del "para siempre" es para leérsela todas las mañanas. Pero en toda la parte rimada para mi gusto se pierde la esencia misma de Pablo Messiez. Incluso la dirección en esa parte me parece más deambulante, más imprecisa. Y ahí caí del cielo a la Tierra.
Insisto, Messiez es hoy en día de los tres directores (y autores) que más admiro y creo que es la figura a ocupar el Olimpo teatral español sin ninguna duda, pero en este caso, con todo el dolor de mi corazón (y lo digo en serio) no le puedo poner el 10 que suelo ponerle siempre.

Seguiré a la espera del momento abrazo, si es que con este comentario no me he jugado el cielo, y tendré que vagar por el purgatorio por toda la eternidad. Espero que no, porque no quiero encontrarme allí con ningún ministro de anticultura. Ah, no, que esos van directos al infierno.  




domingo, 13 de octubre de 2013

Master Class. Canal




Yo soy un enfermo de la Callas. Uno de los primeros discos que recuerdo haber oído en casa fue un EP de aquellos de la Callas y sus cortes eran arias de Mimí, Butterfly, Dalila y Lauretta. Así que, chungo. Por muy buena que sea la pobre actriz que haga de la Callas, no va a ser ella. Y ya lo siento, porque la actriz, conmigo, sale desde una posición negativa.
 El texto a mí no me gusta nada. O casi nada. Cualquiera que conozca las grabaciones de las clases reales que dio la Callas, sabrá que ni era tan antipática, ni tan maleducada, ni tan grosera ni petarda. Así que bueno, el punto de partida ya no me mola. Se han inventado otro personaje, con lo cual, la parte "sentida" o "personal" tampoco me vale. Porque por esa misma regla de tres, tampoco será cierta. Como profesora, una perraka. Pero como mujer, parece que el reconocimiento de sus compañeros como que se la pelaba, y el drama queda reducido más o menos a que estaba gorda y era fea y quería estar delgada y ser mona. ¡Tócate la minga, Dominga! Lo único que salvo de esa parte "humana" es el primer monólogo cuando cuenta lo que para ella (o para esta "ella" inventada) significa cantar. Y suena la voz de María cantando "La sonnambula". Pero claro, es que yo oigo a María y me corro vivo y oigo "La sonnambula" y me meo, me cago, muero y resucito. Así que tampoco sé si el valor está en lo que veo y cómo lo veo o en lo que oigo.
Es una osadía para cualquiera intentar emular el genio absoluto, el glamour y la personalidad de alguien como la Callas. En un solo gesto, en un solo movimiento de una mano hay más clase que la que pueda tener cualquiera. Me refiero a encima de una escenario o incluso en una clase. Hay mil grabaciones y  novecientos vídeos que lo demuestran. Así que el intento de cualquier actriz por emular esa magia es chungo. Está claro que ninguno esperamos que la actriz cante y de hecho lo repite varias veces, "no voy a cantar". Ese no es el problema. Tampoco lo es el acento. No, no es eso. Yo daba por hecho que no iba a ver a alguien "haciendo de Callas" sino a alguien interpretando una personalidad o una imagen. Pero es que en este espectáculo, hasta el texto es víctima del poder del mito.
Con ese texto que a mí me parece muy, muy pobre y una puesta en escena normal, aparece Norma Aleandro. No quiero ser maleducado, pero la Callas tenía unos 50 años cuando dio esas clases y Norma Aleandro tiene 70 y pico. Ya se que da igual, pero no es lo mismo. No es lo mismo ver a una mujer de 50, que ha perdido por amor lo que más quería, su capacidad de cantar, que ver a una señora de 70 y pico en esas circunstancias. Para una eso es un drama, para la otra, es casi lógico.
Y quizá por lo simplista del texto y del conflicto, lo que vemos se me hace antipático. Veo a una mujer maleducada y borde que se pasa tres pueblos con todo y con todos, con ataques de nostalgia como de hada loca y expresiones cercanas al kabuki. Cuando está sequita está insoportable y cuando de pronto recuerda lago con nostalgia, es como una abuela dulce y melancólica. Para mi gusto, no corresponde con una mujer de 50 años derrotada. Que quede claro que Norma Aleandro me vuelve loco, es una maestra, y la adoro y todo lo que hace es maravilloso y encantador. Pero no es lo que yo veo de este personaje. Así que emocionalmente fui de mas a menos. Y reconozco que en su último "monólogo añorante" veía más a una actriz haciendo que sufre (muy bien hecho, eso sí) que realmente a una actriz poseída por su personaje o a un personaje sufriendo. Creo que me explico. La Callas era un mito y yo lo que veía era a una gran dama del teatro haciendo de gran dama del teatro más que de mito.
En resumen, no me moló ver a un pedazo de mito como Norma Aleandro haciendo este espectáculo. Tanto el texto como la puesta en escena como cualquier actriz que interprete a Callas tiene que luchar contra el mito y la personalidad de ese ser estelar que fue María. No aparece ni una sola imagen suya, y tampoco intentan disfrazar a la actriz para que parezca ella, pero una sola nota suya trae a la sala su presencia y una personalidad tan arrolladora que pasa como una apisonadora por encima de la actriz, del texto, del montaje y de cualquier cosa. Yo lloré oyendola, pero no lloré viendo lo que veía.
Mi más grandioso respeto y admiración por Norma Aleandro, pero Callas es mucha Callas. Quizá sea su venganza, pero incluso ahora mismo es uno de los mayores mitos de la historia. Al menos para mí. Y ahora, para celebrarlo, me voy a poner cualquiera de sus McBeth, que me llevan a otra dimensión desde la primera a la última nota.

viernes, 11 de octubre de 2013

Mucho tiempo, muchas cosas. Sala Cuarta Pared.

Yo no soy mitómano. Soy idólatra. O al revés, no lo sé. Lo que sí sé es que adoro a Carmen Werner. Y me vuelve loco casi todo lo que hace con Provisional Danza. ¡Anda que no llevan años currando contra vientos,  mareas, olvidos e IVAs! Si es que es nuestra Pina española. Solo que si Pina, para mi gusto, creaba una cuarta pared insondable, y jugaba con su/nuestra visión del dolor, la Werner usa la sala Cuarta Pared para romper la cuarta pared, involucrarse con el público de una forma brutal, y juega con el humor unido al sentimiento y a la expresividad. A ver, que no critico a Pina, dios me libre, seguramente la más grande, sólo la utilizo para comenzar este comentario porque me venía que ni pintada.



En este espectáculo se salen tanto Carmen como sus compis. O mejor dicho sus pupilos. Porque si el año pasado se montó su propio funeral en pleno Canal, este año deja claro que la que manda es ella. Los pone en fila de a uno o les hace mirarla fijamente mientras ella danza a su bola. Pase lo que pase en escena, ella es el centro y la que manda. Y se fuma un piti por sus santos ovarios, porque en este momento de la vida lo necesita mogollón.
Utilizan sus recursos habituales. Descomponen el cuerpo en partes mínimas e independientes y cada músculo o hueso del cuerpo tiene su vida y su expresividad propia. La automanipulación de las piernas que a mí personalmente me vuelve loco. Y esas músicas que no sé de dónde coño las sacan, pero que son de una belleza que te eleva por encima de las nubes. Solos, dúos, grupos, todo con una expresividad límite, no se pueden mover más partes del cuerpo de forma independiente y con tanto significado. Es todo de una belleza que me tiraría horas y horas viendo cómo bailan, pobrecitos míos.
Y ese sentido del humor que impregna tantos momentos... Hay que tener un morrazo impresionante y estar muy seguro de ti mismo para pararte a hablar con el público de esa forma. ¡Si es que a nadie nos gustan las palomas, joder! Y a la vez para reírse de sí misma. Solo le falta darle un morreo a alguien del público un día de estos. Esos momentos están intercalados con otros de una belleza sublime. Y te congelan la sonrisa o la risa y te la mezclan con unos lagrimones que se te ponen que no veas. Y ese José Luis Sendarrubias, bailarín hiperdotado y actorazo con una expresividad que muchos quisiéramos. Al loro con él.
Tengo, eso sí, dos "peros". Las luces, siempre perfectas en esta compañía, esta vez son un poco más normalitas, y al comienzo del espectáculo, por ejemplo, ensucian más que ayudan . Y luego, y ya lo siento, hay un miembro de la compañía con quien no conecto. No me encandila lo que hace y no pillo feeling con él. Pero claro, hablando de cosas de esta calidad, el problema es mío, evidentemente.
En definitiva, que si siempre recomiendo que veáis a Provisional Danza, esta vez no va a ser menos. Allá donde les veáis anunciados, por dios, id a verlos y a sentirlos. Algún día serán leyenda y entonces os arrepentiréis.     

jueves, 10 de octubre de 2013

CENIZAS o Dame una razón para no desintegrarme. La casa de la portera.

Que soy un rendidísimo admirador de Alberto, de Chevi, de La casa de la portera y de San Pablo es cosa más que sabida. Y que Guillem Clua es de los dramaturgos más aclamados de los últimos tiempos es también algo evidente. Así que ir a ver un espectáculo con todos estos ingredientes juntos es casi casi tener el éxito asegurado. Pero claro, hay que hacerlo bien. Y que me perdonen los de "Ahora empiezan las vacaciones" pero ha sido la primera vez que me he puesto en pie para aplaudir en esta sala. Y si no lo hice en "Ahora..." fue más por vergüenza por tenerlos tan cerca que por otra cosa, jeje.



Mi amigo Jorge Calvo me dio una clave a la salida y con su permiso la voy a utilizar. La danza y los bailarines son, dentro del mundo de las artes escénicas, de los más generosos y sacrificados. Hay pocos locales de ensayo. No hay una jodía sala pública que más o menos programe habitualmente espectáculos de danza, etc... Son quizá, más que nadie, gente que trabaja por amor al arte y a lo que hacen. Chevi baila donde sea y como sea. Ha nacido para bailar y ama bailar. Alberto es una bestia escénica que hace lo que le pongas por delante. Y San Pablo Messiez está por encima de los seres humanos. Vive en una dimensión en la que es capaz de hacer poesía de un cepillo de dientes. O de un tenedor. Vive, busca y saca poesía más allá de las palabras y en una simple foto de Instagram hace una declaración de principios o te hace una oda a la tortilla de patatas en un nivel de trascendencia más allá de los significados. Tiene que ser incluso agotador vivir en ese plano en el que todo se vive por encima de la realidad y de la trascendencia.
Así que tenemos las piezas perfectas para hacer algo demoledor, rompedor, estremecedor y brutal .
Chevi y Alberto bailan, danzan a pocos centímetros de tus morros. Y lo hacen de puta madre. A pesar de que parezca casi imposible por las dimensiones del sitio, hacen un espectáculo de danza total. Lo que hicieron en microteatro ya era un reto, pero esto es acojonante. Bailan que te mueres, saltan, giran, brincan, estiran la pata, TODO lo que le puedas pedir a un espectáculo de danza. Y lo hacen envueltos en unas luces y unas proyecciones expresivas y dramáticamente geniales. La banda sonora es también genial y ayuda a crear el ambiente perfecto para que estos dos seres vivan, luchen, se amen y se odien. De los textos de San Pablo Messiez y Guillem Clua poco más puedo añadir. Alguien que es capaz de comparar a dios con un tenedor y que no te de la risa sino que te estruje el corazón, es que es un ser con un don más allá de la realidad. Y la belleza de las imágenes también vuela por encima de la estratosfera. Alberto es esposa, madre, amante, la señora Danvers, un ser minúsculo, un ser poderoso, mil cosas que cambian con un leve gesto. Chevi es bebé, esposo, amante, siempre con una mirada que un servidor no era capaz de sostener sin que se me cayeran las lágrimas.



Estremecedor y bello a unos niveles salvajes. Desde luego, que los de "La casa de la portera" son unos visionarios y han vuelto a acertar con una espectáculo que no sólo es de danza, sino que es la danza de la vida en las habitaciones de una portería. Yo maldigo al que se lo pierda. Va a estar el resto de su vida arrepintiéndose de no haber ido a que le retuerzan las gallinejas y los entresijos este racimo de gente sobrehumana. Un diez.    

miércoles, 9 de octubre de 2013

Atlas de geografía humana. María Guerrero.

Estaba un poquillo reacio a ir a ver esta función. Prejuicios absurdos. No había leído la novela y pensaba que sería un panfleto de esos tipo "yo, mujer, he sido una infeliz por culpa de los hombres". Así que ahora cojo mis prejuicios y me los meto por el culo. Nada más lejos de la verdad.



Que vaya por delante que a mí me gusta mucho la sala de la Princesa. Y me come la curiosidad por ver cómo utilizan los famosos paneles de madera en cada montaje. Aquí están bien utilizados. La escenografía en general está bien y les da mucho juego. Vestuario bien también. Luces bien también. Dirección correcta, pero con algunas pegas.
Yo diría que la primera parte está demasiado plagada de "atisbos". Es como una sucesión de pinceladas. Y aunque entienda que ese es el propósito, no me llega del todo. Me interesa infinitamente más cuando las actrices se meten en terrenos más profundos, y sus monólogos y escenas se alargan y se desarrollan más. Fíjate lo que te digo, pero yo haría otra dramaturgia. Igual sí dejaba un arranque a base de pinceladas pero iría antes al meollo y lo desarrollaría más. Me quedé con ganas de saber más de Ana, de su relación con su hija, de por qué en todos esos años no se ha echado un novio y por qué ahora sí. Y qué siente ahora que Javier se va a meter en su vida y en su casa. Quería más. Sobre todo porque Ana Otero está absolutamente maravillosa. Va y viene emocionalmente como quiere y en medio de esa naturalidad con la que dice todo, sube a un tono ligero abasallador y de ahí cae como en una sima, con una simple inflexión de la voz a terrenos tristes, duros y machacantes. Esos toboganes emocionales a mí me vuelven loco. Por eso quería más de ella. La adoro, está maravillosa. Y tuve la suerte de que me "eligió" para ser su Javier. Y lo que había en esa mirada preciosa era todo verdad, tristeza, miedo y amor. Y me encantó el diálogo con su madre (esa Reina de la noche versión violín, fabulosa)
También me quedé con ganas de saber más de Fran, por lo mismo. Quiero saber más de sus razones, de sus decisiones y de su vida de rica roja. Y Arantxa Arangueren está maravillosa también. Graciosa, triste, perdida, doliente... para comértela.
El personaje de Nieve de Medina me tira más patrás. Es el tipo de mujer que no me mola. Quizá si hubiera sabido más de ella... Ella está muy bien, graciosa y coherente. Y ya lo siento pero Rosa Savoini no me gustó. Me parecía todo muy leído y su tartamudeo no me lo creía. Y el pobre Ángel Ruiz, que toca muy bien e lviolín, pero ersulta un poco brasas, y a veces dan ganas de decirle que pare un poco.
El texto es durito a veces. Pero es que es verdad. A lo mejor esto es todo. Y a lo mejor las cosas cambian. Aunque parezca increíble. Es más, al final todas acaban con su rayo de esperanza o al menos de cambio.
Ah, y la descripción de Madrid... cojonuda. Yo soy de Madrid nacido en Madrid y estoy totalmente de acuerdo.
¿Os habéis fijado que hay muy pocos "muy" en este comentario? Pero uno gigantesco para mi Ana Otero de mi alma.

miércoles, 2 de octubre de 2013

"El público" y Lluís Pasqual




Inauguro esta sección de homenajes para destacar lo que determinada gente o espectáculos han significado para mí. Hitos, momentos que han marcado un antes y un después en mi vida teatrera. Y evidentemente tengo y quiero empezar por el mayor genio que ha dado este país.



Corría el año ochenta y pico. Yo tenía 17 o 18 añitos. Llevaba cuatro o cinco años haciendo teatro en Valladolid. Un fin de semana, escapada a Madrid para ver "El público" de Lorca en el María Guerrero. Había visto cosas malas, muy malas, buenas, alguna muy buena y un par de cosas buenísimas. Pero al entrar el aquella sala mi vida y mi corazón cambiaron para siempre.La mandíbula se me desencajó y cayó sobre aquella arena azul. Por primera vez, aquel texto que me parecía inescrutable, por muy Lorca que fuera, empezaba a cobrar vida. Julieta, ese Alfredo Alcón que sobrevolaba por encima del resto de los humanos, Enrique, Gonzalo y todas sus representaciones, la figura de pámpanos y la de cascabeles (por fin entendí aquella jodía escena)... todo eran como las piezas de un puzzle que hasta ese momento había sido una pura incógnita y cobró vida. Y cobró vida Lorquiana. Y entendí a Federico. Ese Federico, el desnudo, el sn máscara. No sé lo que duraba la función. Ni puta idea. Sólo sé que entré en trance y me no estoy seguro de haber salido de él incluso ya en la calle. Mi corazón hizo "click". Allí me acababa de encontrar con Federico, con Lluís, con Daniel, con Federic, con Ros, con Susi, con Maruchi, con Alfredo, con Walter y con el gigantesco Fabiá. ¿Cómo no iba a estar cambiado?



Yo ya sabía que quería ser actor. Ya había descubierto que yo llevaba dentro un actor y que eso era todo lo que me pasaba. Pero desde ese momento supe que lo que quería era hacer "ese teatro". Que ESO era el teatro. Aquel teatro era un TODO. Era comprender el texto, amarlo, saber plasmarlo, iluminarlo y dirigirlo. Y dirigirlo como si fuera una liturgia. Crear realmente el acto único. El acto único que es una representación. Cada representación. Como espectador me sentí un elegido. ESO era lo que yo quería en mi vida. Tengo clavadas en la retina las imágenes del ataúd de Julieta, de los caballos blancos, del director y en mi más íntimo ser la puta frase. Sí, esa. Me da hasta reparo escribirla. Sería como mancharla.




En este país, donde se ha hecho y se hace teatro buenísimo, donde hay grandísimos directores, escenógrafos, iluminadores, músicos, dramaturgos, y donde hay una cantera de actores sencillamente brutal, ha habido en la historia grandes montajes. Montajes históricos. No nombraré ninguno por aquello de los agravios comparativos. Pero menda no tiene noticia ni ha tenido el privilegio de vivir y sentir un montaje como aquel Lorca. Mucho tienen que cambiar las cosas para que en lo que me quede de vida, pueda ver algo tan absolutamente demoledor y trascendente para mí.



Y encima, el creador (va más allá de definirle como director) de aquello era un ser que había creado un teatro al que llamó LIBRE. Teatro y libre. Las dos palabras juntas y unidas. ¡¡Cómo no iba a ser mi dios una persona así!!

Evidentemente su currículum es apabullante. Cien mil Lorcas, Shakespeares, no sé... si es que ha hecho absolutamente de todo. Recuerdo no sé por qué (bueno sí, pero da igual) Julio César, La comedia sin título, el Eduardo II aquel, Haciendo Lorca, los espectáculos musicales, el Tirano Banderas... hasta llegar a una cosita pequeña que se hizo en la Mirador. No recuerdo bien si eran chavales de la escuela de Cristina Rota. Sí recuerdo que estaba María Botto, estaba Mónica García Ferreras, estaba Raquel Pérez, estaba David González, estaban Concha Delgado, Ximena Suárez, Secun de la Rosa, estaba José Martret... y estaba Lluís Pasqual recitando unos poemas de Federico. Aquello fue otra revelación. Fila 1, a metro y medio de este ser. Y por esa boca empieza a hablar Federico. Pero así, tal cual. Y por segunda vez en mi vida descubro la verdad de un monumento como son los textos de Lorca. Y descubro que ESO es Lorca y que ASÍ se dice a Lorca. Bueno, no. NO "decir", más bien "sentir por la boca". Aquel fue el segundo momento crucial y vital de Lluís Pasqual en mi vida. Y en ese momento supe que de mayor quería ser Federico. Que de mayor, sería Federico.




El resto de la carrera de este genio sobrehumano está escrito. Que sean los biógrafos los que hablen. Yo poco puedo añadir a un currículum abrasador. Y a su labor al frente de cualquier teatro. Por supuesto, del Lliure, ahí están las hemerotecas. Buscas "Pasqual" y "Milagro" y salen millones de referencias de actos, manifiestos, defensas, publicaciones, creaciones, libros y silencios. Todas con su nombre y apellido.
Estaría horas escribiendo, pero no es plan. Y confieso que os he engañado. Esta sección empieza y acaba con Lluís Pasqual. Porque ni ha habido ni hay ni habrá nadie a quien admire más y me haya marcado más.



El resto es silencio.